¿La pena de muerte? Espíritu Público Miguel Alonso Rivera César Bonesano, marqués de Beccaria, escritor, filósofo, ju...
¿La pena de muerte?
Espíritu Público
Miguel Alonso Rivera
César Bonesano, marqués de Beccaria, escritor, filósofo, jurista y economista italiano del siglo XVII, interesado por la situación de la justicia, publicó en 1764 su “Tratado de los delitos y de las penas”, un breve libro cuya lectura es obligada, todavía hoy en día, para los estudiantes y estudiosos del Derecho, simplemente porque su pensamiento sigue vigente al paso de los siglos.
Beccaria sostenía que el aumentar las penas no inhibe el delito. Se inclinó por humanizar el derecho penal, con el uso de la razón, combatiendo la absurda crueldad y la arbitrariedad de su tiempo.
Las penas, decía, deben ser proporcionales al delito cometido y la cárcel es más efectiva que la pena de muerte. Ningún hombre debe, por justicia, disponer de la vida de otro. La pena de muerte, está demostrado, no tiene un efecto disuasorio. Solamente en ciertas excepciones, que comentaremos en un próximo artículo, Beccaria reconocía como necesaria la pena capital.
Beccaria escribió, sobre el fin de las penas:
“¿Los alaridos de un infeliz revocan acaso del tiempo, que no vuelve, las acciones ya consumadas? El fin, pues, no es otro que impedir al reo causar nuevos daños a los ciudadanos, y retraer a los demás de la comisión de otros iguales. Luego deberán ser escogidas aquellas penas y aquel método de imponerlas que, guardada la proporción, hagan una impresión más eficaz y más durable sobre los ánimos de los hombres y la menos dolorosa sobre el cuerpo del reo.”
En su época eran comunes los suplicios y las ejecuciones públicas. Por ejemplo en Francia, en 1724, se aplicó la pena de muerte al robo doméstico, el cual fue más frecuente mientras que la ley se ejecutó. Lo mismo pasó en España, renunciando a la aplicación de la pena ante la excesiva crueldad de un castigo absolutamente ineficaz, puesto que los delitos seguían cometiéndose como antes.
La pena de muerte sigue en el debate nacional como un medio desesperado ante el terror que inspira la delincuencia en México. Sin embargo, además de lo ineficaz de la medida me pregunto: ¿Pena de muerte? ¿Quiénes serán los ejecutados? ¿Verdaderos culpables, chivos expiatorios o infortunados inocentes? ¿Pena de muerte? ¿Con los ministerios públicos que tenemos? ¿Con las condiciones de trabajo en las que enfrentan esa delicada labor?
Por eso, Beccaria creía más en la prevención. La prevención especial dirigida al delincuente que ha cometido la falta, y la general, refiriéndose al conjunto de la sociedad. “Es mejor evitar los delitos que castigarlos”, decía.
Beccaria enumeraba diversas propuestas preventivas, para concluir: “Finalmente, el más difícil pero más seguro medio de evitar los delitos es perfeccionar la educación”. No me refiero solamente a la educación escolar, sino a la educación doméstica, a la que parte de la familia. No hay que olvidar que de la cuna más humilde surgen grandes hombres, y que la mejor herencia son el amor y el ejemplo que les demos a nuestros hijos.
En los últimos años Sinaloa ha sido el escenario de los crímenes más absurdos.
El más reciente es el asesinato a balazos del profesor René Fernando León Cisneros, “El Cachis”, del Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa (COBAES) número 38 Campus Parque Industrial “Alfredo V. Bonfil” y de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Nació el jueves 30 de abril de 1964 y murió el jueves 21 de julio de 2016. Tenía 52 años cumplidos.
La noche del jueves 21 de julio, frente a turistas, familias, parroquianos, transeúntes e incluso sus acompañantes, lo agredieron a balazos en el Centro Histórico de Mazatlán, en la esquina de Paseo Olas Altas y calle Dr. Héctor González Guevara.
¿La razón? Cuando el maestro transitaba en su automóvil por Olas Altas, cerca del monumento al escudo de Mazatlán y de Sinaloa, obra del muralista Rolando Arjona Amábilis, se encuentra un vehículo mal estacionado que obstruía el tráfico. Al llamar la atención al conductor por su mala educación, la respuesta fue que del vehículo mal estacionado bajó un energúmeno armado con una pistola nueve milímetros que accionó en contra del mentor.
El maestro fue trasladado al hospital pero fueron vanos los intentos por salvarle la vida, unos momentos después fue confirmada su muerte.
El presunto asesino fue detenido en flagrancia y en ningún medio ha aparecido su nombre. Las crónicas del lamentable suceso narran que el homicida fue perseguido por ministeriales que lograron capturarlo con el apoyo de las cámaras de videovigilancia asegurando el vehículo en el que huía y la pistola calibre nueve milímetros que utilizó para arrebatarle la vida al maestro.
En este caso, donde evidentemente el asesino fue detenido en flagrancia, de ser aplicable la pena de muerte esta sería ejecutada sin sombra de duda al responsable de tan incalificable acto. La víctima, obviamente, no podría recobrar su existencia, pero ¿sería brindar justicia o consuelo saber que el asesino ya no podrá recobrar su libertad ni podrá seguir causando daño porque ha muerto por mandato judicial? Para que la pena de muerte cobre vigencia tendría que legislarse pero, insisto, tendrían que considerarse candados para que fuera aplicada, sin errores, a quien se la merece por el tamaño de la ofensa y el peligro que represente para la sociedad.
El asesinato es un delito grave que se castiga con cárcel. En el caso del homicida del maestro solamente queda observar la sentencia. ¿Mediante alguna argucia legal saldrá libre el presunto asesino? ¿Cuántos años de prisión recibirá el asesino como castigo si es que es sometido a un proceso penal? ¿Cuántos años podrá reducirse la pena por buena conducta?
En el funeral del maestro, al que le sobreviven su esposa, una hija y un hijo, se escuchó la música del jamaiquino Bob Marley, al maestro le gustaban sus melodías y su filosofía. Parafraseando a Bob Marley reflexionaremos: “¿Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas?”
Al observar la cuenta de facebook del maestro encontramos una imagen del legendario Quijote de La Mancha y su fiel escudero Sancho Panza con un mensaje: “Lucho contra tres gigantes: el miedo, la injusticia y la ignorancia”.
“Los objetos fueron hechos para ser usados. Las personas fueron hechas para ser amadas. El mundo va mal porque se usan las personas y se aman los objetos”, dice en otro pensamiento.
Finalmente, una imagen donde se observa un grupo de guardias armados junto a una flecha que los señala, donde se lee en un cartón que porta una manifestante: “Ellos también querían estudiar”.