Miles de bebés nacieron en sus manos en casi un siglo de dominar el arte de los alumbramientos Dice que votarán por el doctor Víctor Manu...
Miles de bebés nacieron en sus manos en casi un siglo de dominar el arte de los alumbramientos
Dice que votarán por el doctor Víctor Manuel Díaz Simental ella y toda su familia este cinco de junio “si Dios me presta vida para entonces”
Ojo de Agua de Palmillas, Escuinapa.- La cabeza del bebé empuja y un momento después es visible. La madre puja. Grita. La cabeza ha salido. La partera ayuda a la salida de los hombros. Suavemente acompaña hacia abajo para que salga el hombro de arriba, y hacia arriba, para que salga el hombro de abajo. El resto del cuerpo se desliza solo hacia afuera. Corta el cordón umbilical y el llanto del bebé lo comunica con la vida.
Muchos habitantes de esta región le dicen mamá o Doña Juana y es reconocida como la partera del pueblo. Medio poblado nació en sus manos. Incluso pobladores de las comunidades vecinas. La otra mitad, en las manos de su abuela de crianza, quien fue su maestra en el arte de ayudar a traer bebés a este mundo.
Hace 86 años atendió el primer parto. Era una niña cuando aprendió el oficio de partera tradicional al lado de su abuela.
- Me voy a morir y no habrá descendencia de partera- se quejaba su nana Juliana, pues son conocimientos que se transmiten de generación en generación de manera empírica.
Así que, Juana, a los 12 años de edad, se animó a acompañar a su abuela para aprender este oficio tradicional que ejercería toda su vida.
Conoció el maravilloso ritual de la vida ayudando a su abuela con las parturientas. Asistía durante el sacrificio de la mujer al parir de manera natural. Por eso les hablaba con cariño, les secaba el sudor, acercaba el agua caliente y las limpiaba.
Hoy probablemente sea la última mujer que desempeñe esta mágica labor en su pueblo. Nadie ha recibido sus conocimientos para que permanezca este maravilloso oficio herencia de sus antepasados.
Doña Juana no recuerda a cuántas personas trajo a este mundo. Tiene 98 años de edad y es una de las parteras rurales que la Secretaría de Salud censó, empadronó y certificó en el periodo que el doctor Víctor Manuel Díaz Simental estuvo a cargo de esta dependencia.
Hoy, como Candidato a Presidente Municipal de Escuinapa por Movimiento Ciudadano, es recordado por la señora Juana Chávez Sánchez como una persona muy humana y consiente de las necesidades del pueblo. Pero su charla se convierte en toda una historia de vida que, de manera lúcida, ella otorga para el delicioso consumo de sus interlocutores.
Sentada en una vieja silla en el comedor de la vieja casa azul, con techo de palma, la “comadrona del pueblo” narra cómo se inició en el oficio —que luego profesionalizó— a sus 12 años de edad, y dice que fue su abuela de crianza, Juliana Maldonado, quien le enseñó.
Dicen que la más tenue de las tintas es mejor que la más fiel de las memorias y trasciende que Doña Juana elaboraba un registro de cada uno de los nacimientos asistidos, pero los libros donde asentó esos datos han cambiado de manos y eso ya es otra historia.
Sin ese soporte insiste en que no tiene fijo en la memoria el número de partos que atendió, pero asegura, entre risas, que sus manos hicieron que se poblara esta cabecera de sindicatura. Ella misma, dice, tuvo seis hijos (uno fallecido al nacer) atendida por partera.
Lo que sí conserva es su instrumental de trabajo en el que sobresale la tijera de corte de cordón umbilical, termómetro, las básculas para pesar a la embarazada y otra especial para el bebé, y otros utensilios.
Ubica y recuerda a la perfección al doctor Díaz Simental y a su padre, Don Eligio que, además de ser doctor familiar, era propietario de la única farmacia que había en Escuinapa en el año 1955, pues, rememora, su progenitor, Julián Medina, trabajó con este último en algunos canales y tomas de agua de las redes hidráulicas ubicadas en todo el sur de Sinaloa.
Chávez Sánchez da a conocer que hace unos días, el doctor Víctor la visitó, como parte de su campaña política, y ahí, en su casa marcada con el número 87 y ubicada en la esquina de Niños Héroes y José María Morelos, le dijo que los encuentros serían más frecuentes.
“Qué bueno que esté pendiente de todos nosotros, sobre todo los más viejos y necesitados. El Doctor es buena persona, toda su familia es muy humana y solidaria. Lo que le pido también es que cuide mucho a los jóvenes de hoy, ya ve que no les gusta trabajar ni estudiar. Hay mucha perdición en la juventud”, manifiesta.
SU OTRO OFICIO TRADICIONAL
Nació en San Vicente, Nayarit hace casi un siglo. Aunque ella dice que tiene 86 años y su acta de nacimiento 88. Su hija la corrige y aclara que son 98, por cuestiones de un registro extemporáneo ante el Registro Civil.
Pero esta condición biológica no es impedimento para que ella se emocione al narrar su vida.
Eso sí, no recuerda a los cuántos años se enseñó a elaborar tejuino, esa bebida ancestral a base de maíz fermentado usada originalmente para rituales sagrados en la Sierra Tarahumara.
“Pero fue en San Vicente en donde me puse a hacer tejuino y a venderlo”, insiste al mencionar otro oficio tradicional como vendedora de la sabrosa bebida mexicana.
El destino la unió a un militar vecino de Badiraguato que se convirtió en pescador en Escuinapa hasta el día de su muerte: Miguel Robles.
Aquí en Palmillas, agrega, conoció la satisfacción de traer criaturitas al mundo, por lo que empezó a cobrar 25 pesos en su momento. Apenas hace ocho años que dejó de hacerlo pues, expone, su vista y sus piernas no la dejan.
Y es que su mirada es ya cansada de tanto que ha visto y sus pies de tanto andar. Ella padece de dolencias en pies y rodillas.
Quizá por esto último ella recuerda mucho al doctor Víctor Manuel Díaz Simental y ahora que lo volvió a ver, asegura que votará por él ella y toda su familia este cinco de junio “si Dios me presta vida para entonces”.
ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA PARTERA TRADICIONAL
La partera tradicional o empírica es uno de los trabajos más antiguos realizados por la mujer. Son, generalmente, mujeres mayores que ayudan a dos tercios de los partos en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), define a las parteras tradicionales como una persona (generalmente mujer) que asiste a la madre en el curso del parto, y que inicialmente adquirió sus habilidades atendiendo ella misma sus partos o trabajando con otras parteras tradicionales.
Según la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) el término adecuado es “acompañante tradicional del parto” (TBA, en sus siglas en inglés). Aunque las parteras profesionales de Estados Unidos rechazan las siglas TBA porque argumentan las relega a un estatus de segunda clase en el mundo de la partería. Por supuesto, las parteras tradicionales de México no hablan inglés y por lo tanto no se involucran en este debate. De cualquier manera, la OMS, en su Informe Sobre la Salud en el Mundo (2005) reiteró la importancia de las parteras para evitar y/o solucionar varios de los problemas presentados durante el parto, reduciendo la mortalidad materna a niveles sorprendentemente bajos y mejorando la salud de la madre y el recién nacido, sobre todo en aquellas regiones donde el acceso a los servicios de atención de la salud son insuficientes. A nivel mundial, las parteras han evitado el 61% de las muertes maternas, el 49% de las defunciones fetales y el 23% de las neonatales. En América Latina las parteras tradicionales atendieron aproximadamente el 23% de los partos registrados en el 2000 y el 16% en el 2005.
México es una de las naciones con mayor tradición en la partería a nivel mundial. Sin embargo, este oficio que permaneció en México desde la era prehispánica -a lo largo de la historia-, a principios del siglo XXI inició su desaparición con los avances tecnológicos, médicos y la creación del Seguro Popular en beneficio de la población sin seguridad social y el Seguro Médico para una Nueva Generación que, a partir del primero de diciembre de 2006, garantiza la atención hospitalaria gratuita y universal para la madre y su bebé. La Afiliación a Mujeres Embarazadas para coadyuvar a alcanzar un Embarazo Saludable, a partir de mayo de 2008 y la creación y registro del puesto de partera técnica con el código M02117 en julio de 2011, son algunas de las medidas que establecieron los principios para la profesionalización del oficio con el propósito de disminuir la mortalidad y morbilidad materna en México. Sumado a lo anterior y en cumplimiento de la línea de acción del Plan Nacional de Salud 2007-2012, encaminada a fortalecer el conocimiento de la medicina tradicional y promover su utilización segura, la Secretaría de Salud se dio a la tarea de certificar a las parteras tradicionales. De esta manera, los servicios de salud pública han ido ganando terreno en la atención del embarazo, parto y puerperio provocando que las parteras tradicionales se encuentren, actualmente, en franca desaparición. Aun así esta labor sobrevive, sobre todo en lugares donde ningún médico llega –destacando la marginación de las comunidades indígenas-, donde estas valientes y experimentadas mujeres luchan, en ocasiones, incluso contra la muerte, cuando se les presenta un embarazo de alto riesgo y no cuentan con los recursos necesarios. Según la Encuesta Nacional de Fecundidad y Salud de México, en comunidades menores de 2,500 habitantes, el 44.5 por ciento de los partos son atendidos por parteras y, aun en comunidades más grandes de 2,500 a 20,000 habitantes, la atención que ofrecen es de 23.7 por ciento.
A mediados de la década de los 50´s, los médicos de Estados Unidos comenzaron a atender la mayoría de los partos a diferencia de los países europeos donde las parteras, que desde hace mucho tiempo se han profesionalizado, atienden la mayoría de los partos normales. Hoy, las parteras americanas están creciendo en número al igual que los partos que atienden: de un 2 por ciento del total de partos normales en 1979 a un 20 por ciento en 2012. En México, por el contrario, siguen disminuyendo -del 43 por ciento en 1976 al 25 por ciento en 1997- los nacimientos registrados anualmente, atendidos por parteras, según cifras de la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica (CONAPO). Actualmente se estima que un 10 por ciento de los partos normales a nivel nacional son atendidos por parteras tradicionales. Mientras todo esto sucede, el oficio de la partera tradicional insiste en preservar el aprendizaje directo de generación en generación.
Según archivos del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, con información hasta el 25 de mayo de 2007, del total de 17,929 parteras tradicionales empadronadas, 139 son las que permanecían activas –hasta esa fecha- en Sinaloa. Con datos del INEGI el número de parteras tradicionales censadas en todo el país asciende a 18,233. Se trata de parteras tradicionales reconocidas por la comunidad.
En su padrón más reciente, la Secretaría de Salud reconoce la existencia de 22 mil parteras que atienden cada año a 370 mil mujeres a nivel nacional (INEGI, 2010).
La Secretaría de Salud ha premiado la labor de las parteras tradicionales por su calidad y por las metas alcanzadas en la reducción de la mortalidad materno-infantil. Tal es el caso de las parteras del Hospital Integral de Cuetzalan, Puebla, quienes recibieron en el 2007 el Premio Nacional de Calidad. El 15 de octubre de 2012, Victoria Sánchez García, partera tradicional de la Sindicatura de Quilá, en Culiacán, Sinaloa, recibió el Premio Nacional a la Vocación de Servicio Humanitario 2012 que otorga el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud. En este contexto, es primordial analizar las prácticas y recursos terapéuticos utilizados por las parteras tradicionales, que pueden contribuir a mejorar la atención del parto dentro de un modelo de atención integral y cuidar la permanencia de este oficio de la medicina tradicional mexicana con toda su riqueza espiritual.
