Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. La única opción para salir de esos círculos de marginación es con educación y formación. “La educa...
Benjamín Bojórquez Olea.
La única opción para salir de esos círculos de marginación es con educación y formación. “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Mandela. Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones en el 2018, soñé con la posibilidad de que emprendiera una poderosa reforma educativa para aliviar un poco la desigualdad de este país. Pero no ocurrió así. El Ejecutivo, en efecto, promovió una reforma en la materia, pero solo fue una maniobra para echar abajo la evaluación docente y devolver el control de las plazas al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Lo que hizo después fue peor. Liberó de la cárcel a la otrora lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, a quien vimos bailando y festejando su boda con el joven abogado que llevó su caso por tres años. Y no solo eso, la mujer se dio la libertad de anunciar su regreso a la vida política. Las lecciones de la historia son muy claras. Sin educación no hay mañana. Países devastados a mitad del siglo pasado, como Corea del Sur, promovieron importantes reformas educativas y hoy son potencias económicas. En la década de los sesenta, este país asiático tenía un 30 por ciento de titulados entre la población comprendida entre 25 y 65 años y se situaba en el puesto 24 del ranking mundial. A principios de este siglo ya ocupa el primer lugar, junto con Japón. Más del 90 por ciento de la población (entre 25 y 65 años) está graduada en alguna licenciatura. Y no me va a dejar mentir. La ola coreana en la tecnología es avasalladora, y no solo ahí. Prácticamente no hay actividad en el mundo de la cultura, la música pop, los espectáculos y hasta en redes como TikTok donde los coreanos no estén haciendo historia. ¿Cuál es el secreto del éxito educativo? Pues de acuerdo con algunos estudios, que no voy a mencionar porque nos tardaríamos demasiado, es la exigente formación de los profesores, la supervisión y evaluación de los docentes y, por último, los incentivos que reciben los maestros para la investigación y la adopción de mejores técnicas pedagógicas. Pero además los sistemas educativos más eficientes de los países miembros de la OCDE han combinado un rendimiento espectacular con niveles de equidad envidiables. Los niños de familias con bajos recursos tienen las mismas oportunidades que los niños con mayores posibilidades económicas. Todo esto se lo cuento porque esta semana, se hizo oficial y que ayer comentamos, 3.6 millones de niños de todo el país se quedarán sin las denominadas Escuelas de Tiempo Completo, que no eran otra cosa, que planteles educativos donde los niños recibían alimentos y pasaban más horas que las escuelas públicas normales. Este modelo llevaba más de diez años funcionando en los estados más pobres. Pero esta iniciativa fue borrada de un plumazo y ya se publicó en el Diario Oficial de la Federación. Las autoridades explicaron que se tomó la decisión para usar esos recursos para la reparación de miles de planteles educativos que fueron vandalizadas durante la pandemia. Mi pregunta es, ¿por qué no quitaron dinero a los diputados o los senadores que no hacen nada y tienen todo tipo de privilegios? ¿Por qué se tenía que afectar a los niños más desprotegidos, hijos de trabajadoras o de comunidades marginadas? Repito, una necesidad no puede desatenderse quitando los recursos de otra. Al contrario, debería fortalecerse y mejorarse. Decenas de investigadores y organizaciones de estudios educativos han salido a decir que las consecuencias de esta decisión serán devastadoras.
GOTITAS DE AGUA:
Un análisis de Unicef en 2019 constató que para el 11 por ciento de los niños incluidos en el programa esa era su única comida en todo el día. Y el 70 por ciento de los inscritos eran estudiantes provenientes de zonas indígenas y rurales. Y ya ni mencionar que la mitad de ellos se encuentran por debajo de la línea de la pobreza. Esto no tiene nombre. Está demostrado que quien nace pobre muere pobre. La única opción para salir de esos círculos de marginación es con educación, pero eso a nadie le importó. Y parece que nuestros gobernantes no leen historia. La prensa documentó decenas de testimonios de madres y padres que tenían a los niños en esos colegios para que les dieran de comer o para que ambos pudieran trabajar, o madres cabeza de familia que contaban con ese apoyo y ahora tendrán que dejar su empleo. Estamos mal y vamos peor. Cuando salgo a caminar por mi colonia veo a los niños con una chispa de ingenio. Desde muy pequeñitos son expertos en el arte de la supervivencia. Manejan bicicleta con gran destreza, corren, van por las tortillas y se fijan en el cambio. Y luego crecen y se les va ese brillo. La causa: mala educación. En fin, tardaremos décadas en abatir nuestros rezagos y la desigualdad. El Presidente perdió la oportunidad de convertirse en uno de los mejores gobernantes de la historia. Insisto, el gobernador de Sinaloa, el Dr. Rubén Rocha Moya, debería de reconsiderar, que el costo de este programa “Escuelas de Tiempo Completo”, se tecnificara en un estudio profundo, para así asumir esa responsabilidad económica e impactar a favor de cientos de miles de niños y niñas en Sinaloa. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…