Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea Ante variantes más agresivas, como sociedad debemos apostar a una población más sana. Desde el inic...
Benjamín Bojórquez Olea
Ante variantes más agresivas, como sociedad debemos apostar a una población más sana. Desde el inicio de la pandemia he insistido en que no debemos fincar todas nuestras expectativas de salud solo en la vacunación, sino que, como sociedad tenemos que ampliar nuestra visión y aprovechar esta situación para impulsar un cambio de mentalidad en torno a nuestra idea de bienestar. ¿A qué me refiero? La pandemia ha evidenciado los enormes rezagos que seguimos teniendo en materia de bienestar físico, alimentación y salud. Los datos muestran que un porcentaje muy alto de fallecidos por Covid tenía alguna comorbilidad, como obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad respiratoria crónica. También ha quedado claro que seguimos arrastrando enormes carencias en infraestructura de salud e inequidad en el acceso a medicinas y atención de calidad. Pero como lo urgente no deja tiempo para lo importante, como dicen por ahí, nuestra principal apuesta ha sido la vacunación y alcanzar lo más pronto posible la anhelada inmunidad de rebaño, es decir, el punto en el que la gran mayoría de la población es inmune al virus, y éste ya no tiene posibilidades de seguir reproduciéndose. Originalmente se había dicho que una población podría alcanzar la famosa inmunidad de rebaño con el 70 por ciento de su población inmunizada. Y, según algunas estimaciones, en México ya habríamos alcanzado ese porcentaje. Lo cual implicaría que, en el país, ya les dio Covid o bien ya están vacunados con esquema completo, unos 90 millones de personas. El problema es que, según los expertos, con las nuevas variantes el porcentaje requerido para alcanzar la inmunidad de rebaño tiende a incrementarse. Ahora, con la variante Delta como dominante, se calcula que tendríamos que tener inmunizado al 90 por ciento de la población. En otras palabras, nos faltarían todavía alrededor de 24 millones de personas por vacunar. Y así podríamos seguir tratando de llegar al porcentaje requerido para la inmunidad de rebaño y nunca poder alcanzarlo debido a la aparición de nuevas variantes más agresivas que la Delta, lo cual es altamente probable. Así que, ante el riesgo de que la famosa inmunidad de rebaño resulte inalcanzable, tenemos que “salirnos de la caja” y dejar de fincar todas nuestras expectativas de salud en la vacunación. Creo que es necesario aprovechar esta coyuntura para avanzar en un cambio de mentalidad inmediato debido al incremento por Covid-19 en Sinaloa, pues como sociedad debemos apostarle más a la construcción de una población más sana y resistente. Estoy convencido de que tenemos que trabajar, especialmente con los jóvenes en una nueva visión de bienestar físico, mental y espiritual. Y la clave para lograrlo consiste en adoptar una perspectiva preventiva que nos permita proteger nuestro cuerpo y nuestra mente ante el embate de las enfermedades. Ello implica generar una nueva cultura física y alimenticia que impacte la condición físico-nutrimental de todos, a partir de una visión integral del bienestar. Estoy hablando de un esfuerzo que exigiría la participación de diversos actores sociales clave: gobierno, industria, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanía en general. Por parte del gobierno, se tendría que entender que la salud de la población constituye el activo más importante del país. Por lo que es urgente desarrollar programas de actividad física y promoción de hábitos nutrimentales saludables, lo que conlleva, entre otras cosas, el rediseño de los programas educativos en todos los niveles para incluir la educación nutrimental y cultura física, asíì como la ampliación y el mejoramiento de la infraestructura de los espacios públicos destinados a las actividades deportivas y el fomento a la producción agrícola de alimentos con alto valor nutrimental. Por parte de la industria, se requeriría el firme compromiso de explorar el diseño y comercialización de productos con mayor vocación nutrimental, así como un consenso entre gobierno y empleadores para promover y garantizar el acceso a la actividad física como un derecho laboral de los trabajadores.
GOTITAS DE AGUA:
Por último, y quizá lo más importante, sería el compromiso decidido por parte de todas y todos los mexicanos de aprovechar esta coyuntura para retomar la actividad física y mejorar nuestros hábitos alimenticios y de consumo. Para ello, tendríamos que generar incentivos para la elaboración de productos orgánicos y saludables accesibles a todos los estratos de ingreso. Lo anterior solo sería posible mediante el impulso de circuitos locales entre el campo y la ciudad, que articularan cadenas locales y regionales de comercialización de canastas de productos más nutritivos para las familias. Asimismo, tendríamos que trabajar en el rescate de espacios públicos dignos y seguros para actividades deportivas y recreativas que fomenten la interacción comunitaria. En fin, el punto es que no solo debemos acelerar la vacunación contra el Covid, sino también la “vacuna” contra el sedentarismo y los malos hábitos, que son los que más daño provocan. Y considero que éste es el mejor momento para impulsar un cambio profundo en lo que comemos, en el ejercicio que hacemos y en lo que pensamos, porque esa será también nuestra mejor vacuna contra esta pandemia. Por último, la UNAM decidió que no volverá a clases presenciales en todo el año. No en plena cúspide de la pandemia. No en medio de un desastre en materia de salud. Lo hace pese a que el presidente dijo que habría regreso a clases “llueve, truene, o relampaguee”. ¿Será posible que en Sinaloa reconsidere y se sume a la máxima casa de estudios del país? O bien, ¿continuarán con la misma postura política y conveniencia personal? "Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…