Las mujeres con capacidades diferentes son víctimas de una doble discriminación, que va desde el acceso a la educación y la salud, hasta l...
Las mujeres con capacidades diferentes son víctimas de una doble discriminación, que va desde el acceso a la educación y la salud, hasta las barreras que enfrentan para participar en el mundo de la política y el trabajo remunerado, denunció la Diputada Artemisa García Valle, Presidenta de la Comisión de Equidad, Género y Familia de la LX Legislatura.
La legisladora demandó el respeto a los derechos humanos de este segmento femenino de la población así como la aplicación de políticas públicas, impulsadas por los distintos agentes del Estado, para atender las diversas necesidades y demandas de las personas con capacidades diferentes.
Dijo que aún persiste la idea equívoca respecto a las mujeres con capacidades diferentes “al prevalecer la tendencia a pensar y definir a este sector social de la población femenina como dependiente, como formada por personas incapaces de tomar sus propias decisiones”,
Manifestó que de acuerdo a los datos del censo del año 2000, mientras el 91.3 por ciento de la población general de 6 a 14 años asistía a la escuela, ese porcentaje sólo ascendía a 62.6 por ciento en el caso de las niñas y los niños con capacidades diferentes de ese mismo rango de edad. En el grupo de 15 a 19 años de edad, sólo 30.1 por ciento asistía a la escuela y este indicador fue de sólo 10.5 por ciento en el grupo de 20 a 24 años de edad.
Ese mismo censo reveló que más de la tercera parte de ese sector población 35.5 por ciento, manifestó no tener escolaridad alguna y 27.8 por ciento refirió que tenia primaria incompleta. En este caso, el porcentaje de mujeres sin instrucción fue superior en 8.1 puntos porcentuales con respecto a los hombres. En cuando al promedio de escolaridad, mientras que en la población general es de 7.5 años formales de estudios aprobados, en la población con capacidades diferentes únicamente sería de 3.8 años, con casi un año de diferencia entre hombres, 4.2 y mujeres, 3.4.
Respecto a la población analfabeta, mientras que en la población general el porcentaje fue de 9.6 por ciento, entre la población con capacidades diferentes este indicador sería cercado a 33 por ciento, acentuádnosle en el caso de las mujeres. En términos porcentuales, 28 por ciento de los hombres y 38.2 de las mujeres con capacidades diferentes serían analfabetas en México.
Más adelante, dijo que en lo que toca al trabajo, el censo mostró que mientras en la población general la tasa de participación económica sería de 49.3 por ciento en la población con capacidades diferentes este indicador incluiría sólo 25 por ciento. El grupo de edad con mayor participación económica sería el de 40 a 44 años, dentro del cual 45.3 pro ciento sería población económicamente activa siendo significativamente superior la participación económica de los hombres 36.4 por ciento, en comparación con las mujeres, 12.6 por ciento.
Sobre el mismo tema, señaló que el citado censo observó que una de cada tres personas con capacidades diferentes se encontraba ocupada como trabajadores por su cuenta, mientras que 6.4 por ciento de dicha población manifestó que no percibía pago alguno pro su actividad, situación ligeramente superio4 en el caso de las mujeres, 7.0 por ciento.
García Valle, expresó que en varias sociedades se sostiene que la mujer no requiere educación, “si a eso se añade el que tenga una capacidad diferente, el estímulo que recibe por parte de su familia para que acceda al sistema educativo es prácticamente inexistente; por ello, su índice de analfabetismo es superior al de los hombres, así, además de la discriminación, los desafíos y las barreras que enfrentan todas estas personas, las mujeres y las niñas con frecuencia enfrentan la discriminación por motivos de género”.
El área de la salud es un problema que expresa las grandes desventajas de estas mujeres. Entre otras inequidades, las mujeres con discapacidades físicas y sensoriales tienen grandes dificultades de acceso a los servicios en igualdad de condiciones que el resto de la población y las mujeres con discapacidades psico-sociales son particularmente discriminadas. Además, se estima que las mujeres con capacidades diferentes reciben menos servicios de rehabilitación que sus pares varones.
Invitó, finalmente, a la reflexión con estas duras cifras “que además de poner de manifiesto mi indignación como mujer, es una laceración en contra del ser humano que debiese ser tratado con las mismas oportunidades de igualad y respeto como lo enmarca nuestra Carta Magna”.