Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. El que difiera de tu asombrada concatenancia no quiere decir que vaya en-contra de tu libre albed...
Benjamín Bojórquez Olea.
El que difiera de tu asombrada concatenancia no quiere decir que vaya en-contra de tu libre albedrío. En la política me comentaba mi padre (QEPD) se configura como inhumana cuando se reduce a la jerarquía vertical del “Estado”, o de alguna fuerza monolítica, que por lo mismo se erige como injustificable, porque pretende acallar la pluralidad humana, esencialmente abierta a la singularidad y a las diferencias dentro de una humanidad que madura democráticamente. Esa frase que acuñaste señor Presidente, “o conmigo o contra mí”, obliga otra reflexión en medio de un ambiente de tensión social y política que vive mi país. Señor Presidente, usted ha pasado de la polarización y el contraste de las ideas y las diferencias, al llamado a la división franca y abierta de los mexicanos. En la nueva dialéctica radical del señor Presidente solo hay lugar para dos tipos de mexicanos: los que están a favor de su “Cuarta Transformación”, a los que identifica como “liberales” y los que se opongan a ella, a los que considera “conservadores”, clasificación en la que incluye también a todos aquellos que critiquen, disientan o cuestionen las decisiones y acciones de su gobierno. La condición política en función del poder de la igualdad humana, cuya exigencia es integrar el respeto a la radical singularidad que nos diferencia a los seres humanos, unos de otros, radicalizando la única libertad posible, la libertad subjetiva: es decir, una democracia para “solitarios solidarios”, en donde el verdadero poder es siempre consecuencia de una acción conjunta y compartida dentro del espacio y el tiempo determinados por todos los hombres que se sienten a la vez distintos, pero iguales. Es tiempo de definiciones, no es tiempo de simulaciones, o somos conservadores o somos liberales, no hay para donde hacerse, o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país. Se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción o se opuesta a que se mantengan los privilegios de unos cuantos. Pero no conviene entender lo público como algo a priori en el pensamiento político del Presidente, más bien se comprende que su horizonte es el reino de la acción de unos actores que condicionados humanamente por la imprevisibilidad, la irreversibilidad de sus mismas acciones, se experimentan incapaces de imponer sus criterios, a no ser que concerten con los otros, también presentes en mismo escenario público y en igualdad de deberes, derechos y de condiciones. Señor Presidente, el nacer en el escenario de los otros no es un acontecimiento histórico, sino revelación de una capacidad humana. Señor Presidente, el actuar libre, plural, impredecible, frágil e irreversible del hombre cuya raíz es el amor mundi, es decir, el deseo de transformar el mundo y la experiencia de la pluralidad. En ese sentido va también su discurso divisorio y de ruptura: a mi criterio es un cálculo maquiavélico que busca consolidar y aglutinar a su clase política y de votantes, (los “liberales honestos” y los pobres), a los que les vende una “lucha de clases” contra los conservadores corruptos, con miras a la batalla decisiva que viene para su gobierno y permanencia longeva a la que construyó a base de anarquías. Al final lo más preocupante de la radicalización en el discurso del Presidente y con él de su gobierno, es que augura tiempos de confrontación y de tensión política y social en momentos en que el país enfrenta una situación aún muy frágil y delicada por una pandemia que continúa asechándonos y que durará muchos meses más entre nosotros y que tendrá consecuencias devastadoras para el empleo y la economía de los mexicanos. Al final, cuando llama a las definiciones y coloca a los mexicanos en una disyuntiva de si están con él o contra él, López Obrador se aleja del Presidente que ofreció democracia, tolerancia y respeto a la pluralidad, y se acerca más a una lógica autocrática y autoritaria, al mismo tiempo que su “Cuarta Transformación” se parece más a una revolución que aunque él había ofrecido como pacifica hoy parece dispuesta a avanzar solo con los incondicionales, aunque se tenga que aplastar a la disidencia.
GOTITAS DE AGUA:
Señor Presidente, el poder corresponde a la capacidad humana, no simplemente para actuar, sino para actuar concertadamente en esta concertación está el binomio acción-palabra que, al separarse, se muestra como violencia o demagogia, ambos vicios políticos rayanos con el totalitarismo que atenta contra la condición política. Señor Presidente, el poder nunca es propiedad del individuo, pertenece a un grupo y sigue existiendo mientras este grupo se mantenga unido, y que ha sucedido, “lo ha dividido”. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…