Con medidas sencillas, como lavarse los dientes con sólo un vaso de agua, cada uno de nosotros podemos ahorrar más de 11 mil litros al...
Con medidas sencillas, como lavarse los
dientes con sólo un vaso de agua, cada uno de nosotros podemos ahorrar más de
11 mil litros al año; la suficiente para cubrir las necesidades básicas de una
persona, durante seis meses.
Si a esa medida le sumamos muchas otras que
podemos implementar en el hogar de manera sencilla y cotidiana, generaríamos el
ahorro suficiente para mejorar el abasto en las regiones que más lo necesitan y
se mejoraría la calidad de vida, pues el acceso al agua marca la diferencia en
cuestiones fundamentales como la salud y el bienestar.
Por ello, la
Comisión Nacional del Agua (Conagua) ratifica su llamado a todas las personas a
que adopten prácticas cotidianas para cuidar el agua, durante su aseo personal.
Algunas de esas son:
·
No dejar correr el
agua cuando se quiere llenar el lavabo con agua tibia. Es mejor colocar un
tapón y comenzar a llenarlo con el agua fría; cuando salga el agua caliente, se
templará.
·
Usar un cepillo, un estropajo o frotar las manos para quitar la
mugre. Si se espera a que sólo la fuerza del agua lo haga, se genera un
desperdicio.
· Enjuagar la navaja de afeitar o el
rastrillo en un recipiente con agua, en lugar de hacerlo bajo el chorro de
agua.
Otras medidas fundamentales para el ahorro
del agua están relacionadas con el uso y la limpieza del inodoro. Se
recomienda:
· Instalar inodoros de bajo consumo de agua (algunos
usan sólo 6 litros por descarga), en lugar de los tradicionales, que, por lo
menos, usan 16 litros por descarga.
· Vigilar periódicamente el estado de los
aditamentos del inodoro, como el flotador y las válvulas de admisión y de
sellado, para evitar que haya derrames.
· Descargar el inodoro sólo cuando es
necesario. Se recomienda arrojar papeles o colillas de cigarro al cesto de la
basura para evitar descargas adicionales.
Al bañarse también se puede ahorrar agua de
manera sencilla. Para ello se recomienda:
· Tomar duchas breves y cerrar las llaves mientras
se usa jabón o champú.
· Colectar el agua fría que sale de la
regadera mientras sale el agua caliente y aprovecharla para regar las plantas,
lavar pisos o descargar el inodoro.
· Instalar dispositivos ahorradores como
reductores o economizadores de flujo para regaderas, llaves diseñadas para
bajar el consumo, mezcladoras para cocina, aditamentos para inodoros y
tuberías, y aereadores.
Con acciones de ese tipo cada persona puede
contribuir a reducir la demanda de agua de primer uso y, así, ayudar a que se
reduzca la explotación de los acuíferos, que deben ser una reserva estratégica
para el beneficio de las futuras generaciones.
Si nos sumamos a esas prácticas generamos
una cultura del agua que ayude a enfrentar de mejor manera los efectos del
cambio climático, principalmente las sequías excepcionales, en las zonas de
mayor concentración urbana.