Entre Veredas Marco Antonio Lizárraga “Si escondes tu ignorancia, nadie te herirá y nunca aprenderás”, Ray Bradbury DE PIE El proc...
Entre Veredas
Marco Antonio
Lizárraga
“Si escondes tu
ignorancia, nadie te herirá y nunca aprenderás”, Ray Bradbury
DE PIE
El proceso
judicial que ahora enfrenta Gerardo Octavio Vargas Landeros, exalcalde de
Ahome, abre una ventana incómoda para el debate público: ¿estamos ante un
ejercicio legítimo del Estado de derecho o ante una estrategia política con
ropaje legal?
La respuesta,
como casi siempre en estos casos, no es sencilla.
El juez de
control determinó que existen elementos suficientes para vincular a proceso a
Vargas Landeros por los delitos de abuso de autoridad y actos cometidos por
servidores públicos.
Este paso, hay
que subrayarlo, no significa una condena, pero sí formaliza que la
investigación penal sigue su curso.
El acusado, por
su parte, se mostró contenido, institucional en sus palabras, evitando
confrontaciones y afirmando confiar en que la ley prevalecerá.
Sin embargo, el
propio Gerardo Vargas —en un comunicado posterior y más elaborado— dejó
entrever que detrás de este proceso judicial hay motivaciones políticas.
Aunque en su
declaración pública al salir del Centro de Justicia Penal se reservó opinión
sobre una posible persecución, en el mensaje escrito fue más directo: acusa que
lo quieren apartar del escenario político por la vía de los tribunales, lo que
en términos prácticos es un eufemismo para describir una embestida con fines
electorales o de control territorial.
Aquí el análisis
debe detenerse y considerar dos dimensiones. La primera es jurídica: las
instituciones están actuando bajo los procedimientos establecidos, y el juez
encontró elementos que ameritan la continuación de la investigación.
La Fiscalía ha
tenido, por tanto, el peso suficiente para sostener los cargos, al menos de
forma inicial.
La segunda es
política: Gerardo Vargas no es un actor menor en el tablero sinaloense. Su
trayectoria, su cercanía con figuras de poder y su propia aspiración de
mantenerse vigente lo convierten en una figura incómoda para algunos y
estratégica para otros.
A poco más de un
año de las elecciones de 2027, cualquier movimiento que afecte a un perfil con
peso territorial como el suyo no puede ser visto sólo como un hecho judicial.
Siempre hay cálculo.
Este proceso
también pone en tensión un viejo dilema: ¿cuándo se cruzan los límites entre
justicia y revancha?
En México, la
línea suele ser delgada, y en muchos casos el combate a la corrupción ha sido
utilizado para descarrilar proyectos políticos rivales.
Gerardo Vargas,
por ahora, mantiene la narrativa de respeto institucional, asegura que no se va
a doblegar y apela al respaldo ciudadano.
Es una
estrategia prudente, sobre todo si busca mantenerse en la conversación pública
mientras se resuelve su situación legal.
La pregunta que
queda en el aire es si este caso terminará como una muestra de que nadie está
por encima de la ley, o si con el tiempo se confirmará que la justicia fue
usada como ariete político.
De ese desenlace
dependerá no sólo la suerte de Vargas Landeros, sino también la credibilidad de
las instituciones sinaloenses.
Mientras tanto,
el mensaje es claro: la política en Sinaloa está lejos de la calma. Y los
juicios, aunque se desarrollen en tribunales, también se libran en la arena
pública.
La política no
se toma vacaciones. Aunque el Congreso entra en receso, los hilos del poder
siguen tejiéndose en la Comisión Permanente. Y en esa antesala del debate
nacional, Enrique Inzunza Cázarez acaba de ser nombrado presidente de la
Comisión de Asuntos Políticos e Internacionales, una responsabilidad que
trasciende lo simbólico.
Inzunza,
exsecretario general de Gobierno de Sinaloa y actual senador por Morena, es un
operador político con disciplina, verbo medido y habilidad institucional. Su
nombramiento como presidente de esta comisión es un reconocimiento a su perfil,
pero también una muestra de confianza de su bancada para mantener la
estabilidad y lectura política en tiempos donde la temperatura nacional sube
por los reacomodos post-electorales y los debates sobre reformas clave, como la
del Poder Judicial.
La Comisión de
Asuntos Políticos e Internacionales no es menor. Durante el receso legislativo,
este órgano tiene la tarea de dar seguimiento a temas de coyuntura nacional e
internacional, y de preparar el terreno para lo que vendrá en el próximo
periodo ordinario. Es ahí donde se procesan muchos de los posicionamientos que
más tarde marcarán agenda. Y estar al frente significa tener un termómetro
político en la mano… y también un altavoz.
Este
nombramiento coloca a Inzunza en un punto de observación privilegiado. Conoce
el poder desde dentro —como magistrado, como secretario general, como
legislador— y su ascenso paulatino lo perfila como uno de los cuadros más
consistentes de Morena en Sinaloa, con proyección nacional. No es alguien que
se imponga por estridencia, sino por constancia, y eso, en política, suele
rendir frutos.
¿Y qué implica
esto para Sinaloa? Tener a un sinaloense al frente de una comisión de este tipo
es tener una silla más cercana a los temas donde se deciden los rumbos del
país. Implica también capacidad de interlocución con actores fuera del estado,
y una oportunidad para posicionar temas regionales en la agenda nacional si se
sabe utilizar con inteligencia.
En un momento
donde Morena redibuja su estructura nacional y prepara la transición del poder
presidencial, quienes ocupan cargos estratégicos dentro del Congreso son piezas
que pueden ser consideradas para responsabilidades mayores. La presidencia de
esta comisión, aunque no brilla en los reflectores como otras, tiene peso en la
toma de decisiones. Y ahí está Inzunza.
Por supuesto, el
reto será no perder el vínculo con la base, ni con el territorio. El riesgo de
quienes ascienden en la política nacional es olvidar el suelo que los sostuvo.
Pero si algo ha demostrado Inzunza es capacidad para navegar en distintas aguas
sin naufragar.
Por lo pronto,
Enrique Inzunza suma una responsabilidad más a su carrera política. Y lo hace
en un espacio donde se gestan muchas de las discusiones que terminarán marcando
el sexenio de Claudia Sheinbaum. No es un cargo de trámite. Es una señal de
rumbo.
RECURSOS
La senadora
Paloma Sánchez Ramos reiteró algo urgente: que le pongan el nombre que quieran,
pero que regrese la Financiera para el campo. En Sinaloa, donde la tierra lo es
todo, el vacío que dejó la extinción de la Financiera Nacional de Desarrollo es
cada vez más profundo y doloroso. Guasave, como corazón agrícola del estado, lo
sufre en carne viva.
Lo más grave no
es que no haya financiamiento, sino que desde el gobierno federal se sigue
simulando que no pasa nada. Mientras tanto, la producción cae, la sequía
aprieta y los productores no encuentran respaldo para sobrevivir, mucho menos
para crecer. La senadora lo dijo sin rodeos: el problema no es de nombres, sino
de voluntad.
La narrativa
oficial ha apostado por el asistencialismo, pero el sector primario exige
condiciones, no dádivas. El llamado de Paloma Sánchez, aunque venga del PRI,
tiene un eco social transversal. Si el gobierno quiere realmente apoyar al
campo, debe dejar de mirar para otro lado. Si no lo hace, no sólo habrá menos
producción, también más abandono, migración y pobreza rural.
La Financiera
debe regresar. Llámenla como quieran, pero que funcione. Porque el campo ya no
aguanta discursos.
ENFOQUE
El entusiasmo
del dirigente priista en Mazatlán, José Luis Arreola, tras los resultados
electorales en Durango y Veracruz, es comprensible, pero no necesariamente
realista. El PRI ha tenido chispazos de vida electoral, sí, pero aún arrastra
el descrédito de décadas y la falta de renovación profunda. Que en algunas
alcaldías haya habido alternancia no significa, de forma automática, un cambio
de rumbo para Sinaloa en 2027.
Arreola recurre
al viejo discurso del ave fénix, asegurando que el PRI resurgirá "de las
cenizas", como en el 2012. Sin embargo, las circunstancias políticas de
hoy son muy distintas. La ciudadanía exige más que nostalgia y promesas; quiere
resultados, honestidad y cercanía real, no sólo discursos de recuperación.
En política no
basta con que al otro le vaya mal; se necesita construir una alternativa
creíble. Si el PRI quiere regresar, deberá hacerlo con autocrítica genuina, con
nuevos cuadros, y sin repetir fórmulas gastadas. De lo contrario, lo que en
Durango y Veracruz parece un repunte, puede no ser más que un espejismo antes
del siguiente desierto electoral.
Tiempo al
tiempo, sí… pero también trabajo serio.