Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. Alito solo es la consecuencia de todo un historial, a él le toca tapar el inodoro. La crisis del ...
Sobre el camino
Benjamín Bojórquez Olea.
Alito solo es la consecuencia de todo un historial, a él le toca tapar el inodoro. La crisis del PRI viene de lejos.
Hoy se observa su agonía premortuoria, pero esto solo es el efecto de causas viejas.
Probablemente fue en la sucesión de López Portillo, cuando le hereda el poder a Miguel de Lamadrid, el tiempo en que aumentan los estertores que desembocan en el funeral de ahora.
De modo que ver ahora las exequias y escuchar voces de sorpresa y condena es un desgarre de vestiduras que ocurre por lo menos a destiempo.
El quiebre que vive el tricolor con De la Madrid es algo similar a la torcedura con olor a cinismo y traición del “alemanismo” (1946-1952) con respecto a los regímenes emanados del viejo PRI.
Con Miguel Alemán la Revolución se baja del caballo y se sube a los convertibles.
Con De la Madrid cae en picada el viejo partidazo y emergen los tecnócratas. Politicastros que suben al poder para hacer negocios abiertamente. Sin disimulo y exceso de cinismo.
Si el partido tuvo alguna vez un sedimento ideológico este vino a menos y se treparon al carro oportunistas de toda laya.
Presidentes y secretarios enriquecidos hicieron alianza con grandes empresarios y poderes fácticos y tuvieron bajo su control el país durante muchas décadas.
Este modelo nacional se reprodujo automáticamente en cada estado del país. Celebérrimas fueron las comaladas de multimillonarios que usaron al PRI como trampolín para alcanzar toda clase de privilegios.
En los tiempos recientes, a la rapiña burda y descarada con decenas de gobernadores pillos se sumó la frivolidad de un presidente made in Televisa, Enrique Peña Nieto.
Y la secuela y herencia de este: un candidato no priista, José Antonio Meade para desembocar en las elecciones recientes en donde el PRI ya ni siquiera tuvo candidato porque se entregó en los brazos del PAN y del poder tras el trono, el empresario Claudio X. González.
Antes, el relevo sucesivo de dos gobiernos panistas, el del “alto vacío” y el del ínfimo no menos vacuo, preceptor de Genaro García Luna y hoy autoexiliado en España por temor a terminar en la cárcel.
Sí, Felipe, ayer enfundado en una casaca militar guanga asimétrica con su diminuta figura, muy bizarro, y hoy como pato en fuga haciendo del demagógico verbo su única arma.
Dos gobiernos de cambio sin ruptura. Nada cambió, en efecto. Se dejaron las cosas igual en términos generales. Se dio un reacomodo de las élites, ajuste de alianzas, reciclaje de oligarcas en santa alianza con el poder económico. Más de lo mismo.
Todo esto junto, con el PRI de regreso al cabo de la docena azul, no trajo absolutamente nada nuevo para el país.
El PRI fue marginado por quienes ejercían el poder real. Se le utilizó exclusivamente como gastado trampolín para acaparar cargos y garantizar que el statu quo no se modificara un ápice. Esto, como era lógico, generó un hartazgo social.
Apareció López Obrador y no tuvo que arrebatar bandera alguna al PRI ni al PAN. No, porque ya no las tenían. Habían claudicado hace muchísimo tiempo.
Solo levantó del suelo toda clase de reclamos de atención social y repudio a las camarillas emanadas de ambos partidos.
Y con esta carga se alzó con una victoria sin precedentes, que recién refrendó la señora Sheinbaum.
En el descrédito y en la basura han quedado los restos y osamentas del PRI y el PAN.
Los seguidores del tricolor, cada vez menos y solo obedeciendo a las cúpulas, se redujeron al mínimo. El chambismo, la simulación y el enriquecimiento a corto plazo se enseñorearon en todo el país.
Finalmente eran los mismos con diferente color de pelaje.
Y así se alinearon, aplaudieron a Alito, a Xóchitl, marcharon por las calles. Bloquearon a Beatriz Paredes. Esta guardó silencio “prudente” como siempre, con la retórica gastada de endenantes, pero sin atreverse a romper la línea de control.
Beatriz, por cierto, cerró los ojos y dejó pasar el momento en que la historia tocó a su puerta. Se hizo a un lado ante el ungimiento de Xóchitl, cuando pudo haber dado un paso disruptivo y marcar un quiebre que habría cambiado el curso de los hechos. No ganar la presidencia, pero alcanzar una posición competitiva y mejor cosecha de puestos.
GOTITAS DE AGUA:
La historia es así. En un momento dado toca a la puerta. Si no le abres, toca en la siguiente… y abrió la señora Gálvez. O la empujaron.
Ese PRI, con una coraza de simulación y privado voluntariamente de un capital ideológico, entregó la plaza durante un muy largo periodo de agonía planeada, construida y alimentada por los propios priistas.
Alito, en esta pestilente entelequia, solo es el resultado de la evacuación. El mismo se encarga de jalar la cadena y bajar la tapa del inodoro.
Lo que el gobierno hizo es lo que vox popular recomienda en estos casos: si tu enemigo se destruye solo, procura no interrumpirlo. “Si cierras la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos el Lunes”…
