Altoparlante Juan Manuel Partida Valdez Con el presidente de la república a la cabeza, la cuarta transformación se ha inscrito ya...
Altoparlante
Juan Manuel Partida Valdez
Con el presidente de la república a la cabeza, la cuarta transformación se ha inscrito ya en la historia por sus otros datos y esa criminal irresponsabilidad que sigue matado a decenas de miles de mexicanos.
Lopitos se empeña todos los días en mentirnos como nunca se había visto en ningún otro político.
Y para nada son lo que conocemos y hasta podemos consentir como mentiras piadosas, porque el necio engañabobos las usa para destrozar al país, a sus instituciones y al pueblo.
La mitomanía del mesías no es producto de su pura necedad política, de su muy ruin valemadrismo o de su potencial convicción de que los mexicanos somos puros retrasados mentales incapaces de advertir sus evidentes engaños.
En México y en el extranjero se han publicado buen número de análisis clínicos por psiquiatras y psicólogos, todos con diagnósticos de gravedad y una conclusión casi unánime: AMLO está enfermo de lo que se conoce como trastorno narcisista de la personalidad.
Muy preocupante, porque quien sufre este severo trastorno mental es ni más ni menos que el primer mandatario de la nación, quien además de ser titular del poder ejecutivo controla el legislativo y aspira a tener también bajo su mando a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
¿Cómo llegaron esos especialistas a ese diagnóstico?
Una revisión sobre este los síntomas de este padecimiento señala que esos trastornados creen que son superiores, especiales o únicos, y esperan que los demás los reconozcan como tales.
Suelen estar preocupados por fantasías de éxito ilimitado, poder y brillantez, con períodos persistentes de grandiosidad asociados a un estado de ánimo maniaco o hipomaníaco; su propia autoestima está aumentada por el valor idealizado que asignan a aquellos con quienes se relacionan.
Por eso demandan una admiración excesiva, les preocupa cómo son vistos por los demás, quieren recibir constantemente halagos, y esperan que su llegada sea siempre recibida con fanfarrias.
Se obsesionan, y se sienten degradados y vacíos por las críticas, y pueden contraatacar con desdén o rabia.
Por si lo “normal” no fuera suficiente, en el análisis del caso especial de Andrés el trastorno central identificado tiene añadidos: paranoia, mesianismo y mitomanía.
Y en todo ello, nos “explican” cómo es que López Obrador vive en un mundo inexistente, con él como ejemplo nacional y mundial a seguir.
Un presidente que ha domado varias veces la pandemia, y que tiene en el peor de los abandonos a los hospitales públicos del país.
El que asegura que todos los casos covid son atendidos gratuitamente.
El de las muchas camas hospitalarias disponibles que no se encuentran, con decenas de miles de fallecidos sin contar.
Un gobierno que en mayo, luego en junio, después en julio logró según él una tremenda recuperación económica.
El del “tan bien que íbamos, pero nos llegó la pandemia”.
El guía nacional que llamó a abrazarnos y a salir de nuestras casas, y que ahora nos dice que los cubrebocas no sirven de nada frente al coronavirus.
El mesías que aseguró que basta con estampitas o ser honrados para estar sanos.
El que erradicó completamente la corrupción y la persigue sin descanso.
En resumen, un trastornado mental terco en que todo va de maravilla, que por eso el pueblo está feliz, feliz, feliz, y que no hay ninguna necesidad de corregir.
Y como señalamos al inicio de esta columna, nos seguirá matando; porque no es gripe.