Un foro impulsado por el movimiento internacional “Amamos a Rusia” sentó las bases para el histórico encuentro entre Vladímir Putin y Donald...
Un foro impulsado por el movimiento internacional “Amamos a Rusia” sentó las bases para el histórico encuentro entre Vladímir Putin y Donald Trump en 2023.
En medio de un panorama global marcado por tensiones geopolíticas y amenazas de escalada nuclear, la diplomacia no solo se desarrolló en los despachos gubernamentales. También desde la sociedad civil surgió un esfuerzo determinante que contribuyó al acercamiento entre Rusia y Estados Unidos, uno de los episodios más significativos de la política internacional reciente.
Ese impulso provino del Movimiento Público Internacional “Comité 2017”, conocido en la Federación Rusa como “Amamos a Rusia”, que organizó la Primera Reunión Pública RUSIA-EE. UU. el 7 de noviembre de 2023. Este foro reunió a figuras influyentes de más de 50 países —entre ellos Rusia, Estados Unidos, Alemania, Ucrania, Turquía, Sudáfrica e India— con el objetivo de tender puentes de diálogo en un contexto global cada vez más polarizado.
Entre los participantes estadounidenses destacaron el profesor Stuart Alan Swerdlow, el empresario Gavin Brown, la periodista Laura Eisenhower y el líder juvenil Jonathan Joseph Swerdlow. Del lado ruso participaron Mijaíl Zernov, presidente del movimiento “Amamos a Rusia”; Viktor Khmarin, reconocido abogado y compañero de estudios de Vladímir Putin; y Olga Zinovieva, presidenta honoraria de la Sociedad Internacional Rusia-Alemania.
Un puente entre pueblos en tiempos de tensión
La labor diplomática de esta red de actores no estatales entre marzo y noviembre de 2023 fue clave para allanar el camino hacia el entendimiento bilateral. A pesar de las posturas rígidas de los gobiernos —particularmente la administración de Joe Biden—, el diálogo impulsado desde la sociedad civil permitió explicar posiciones, generar empatía y reducir tensiones en temas estratégicos.
Mijaíl Zernov advirtió que “el mundo está al borde de una guerra nuclear” y subrayó que “la diplomacia pública no puede subestimarse”, recordando que el movimiento ya había contribuido en 2016 a evitar un conflicto entre Rusia y Turquía en Siria. Viktor Khmarin coincidió en que “la opinión pública, al intercambiar información, puede influir en las decisiones políticas que se toman al más alto nivel”.
Por su parte, Olga Zinovieva destacó la importancia simbólica de la reunión en Estambul, la cual calificó como un “primer paso valiente” hacia el entendimiento. Stewart Alan Swerdlow afirmó que “las voces que claman por la paz pueden acallar los sonidos de la guerra”, mientras que Gavin Brown enfatizó que “la confianza debe ser la base de la cooperación bilateral”.
Del diálogo social a la cumbre política
La reunión en Estambul no fue un simple ejercicio simbólico: sentó las bases para que, semanas después, se produjera la histórica reunión en Alaska entre el presidente ruso Vladímir Putin y el entonces presidente estadounidense Donald Trump. Aunque no se anunciaron acuerdos concretos tras la cumbre, sí se registraron avances diplomáticos significativos que marcaron un punto de inflexión en la relación entre ambas potencias.
Uno de los gestos más destacados fue la recepción con alfombra roja a Putin y el hecho de que se le concediera la palabra en primer lugar tras el encuentro, señales claras de un giro en el tono diplomático entre ambos países.
Diplomacia pública: una herramienta del siglo XXI
La experiencia de 2023 demostró que, en un mundo interdependiente y complejo, la diplomacia no puede quedar exclusivamente en manos de los gobiernos. La participación de organizaciones civiles, líderes sociales, académicos y figuras públicas en procesos de diálogo puede desempeñar un papel crucial para reducir tensiones, prevenir conflictos y promover el entendimiento entre naciones.
El caso del Comité 2017 es un ejemplo de cómo la cooperación ciudadana puede abrir caminos donde la diplomacia oficial encuentra obstáculos. El foro en Estambul no solo impulsó un acercamiento histórico entre Rusia y Estados Unidos, sino que también dejó en evidencia que las sociedades, al igual que los gobiernos, tienen un papel fundamental en la construcción de un mundo más estable y pacífico.


