Entre Veredas Marco Antonio Lizárraga “Las grandes verdades no suelen decirse hablando”, María Zambrano (1904-1991) Filósofa y ensayis...
Entre Veredas
Marco Antonio
Lizárraga
“Las grandes
verdades no suelen decirse hablando”, María Zambrano (1904-1991) Filósofa y
ensayista española.
ESTRATEGIAS
Sinaloa vuelve a
colocarse en el radar nacional de la seguridad. La presencia del secretario de
Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, y de los
titulares del gabinete de seguridad federal en la entidad este lunes 18 de
agosto, no es un hecho menor: refleja una estrategia en la que la federación ha
puesto especial atención y que, al mismo tiempo, genera expectativas altas
entre la población.
Esta será la
tercera visita de los responsables de la seguridad nacional en menos de dos
meses, luego de la instrucción de la presidenta Claudia Sheinbaum de que cada
dos semanas el gabinete acuda a Sinaloa para evaluar las condiciones de
seguridad.
Con ello se
busca no solo dar seguimiento a la coordinación operativa, sino también enviar
un mensaje político claro: el estado no está solo en la atención de sus
desafíos.
Dentro de la
agenda destacan dos acciones concretas. Por un lado, la entrega de patrullas a
la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, un recurso previamente comprometido
y necesario para fortalecer los operativos en el territorio.
Por otro, la
firma de un convenio entre la Secretaría de la Defensa Nacional y el Gobierno
de Sinaloa, que abre un nuevo marco de cooperación institucional para capacitar
los elementos estatales.
Ambos hechos
pueden leerse como señales de respaldo y compromiso, pero también plantean
interrogantes sobre su impacto real a mediano y largo plazo.
La seguridad no
se resuelve únicamente con equipamiento o convenios, pero es un paso importante
para mostrar la razón de buscar pacificar Sinaloa.
Además, lo que
está en juego es la capacidad de las instituciones para generar resultados
visibles en la vida diaria de los ciudadanos: reducir la violencia, recuperar
espacios públicos y consolidar la confianza en las corporaciones policiacas.
La experiencia
reciente en Sinaloa muestra que la coordinación entre federación y estado ha
sido un factor indispensable para atender situaciones críticas. Sin embargo,
los problemas estructurales como la presencia de grupos delictivos, la
impunidad y la debilidad de los cuerpos policiales locales requieren soluciones
de fondo que no se resuelven con giras ni con entregas simbólicas. La
expectativa ciudadana va más allá de la foto oficial: exige resultados
tangibles que se traduzcan en mayor tranquilidad en colonias, carreteras y
comunidades.
Sinaloa, como
otros estados del país, enfrenta un reto permanente: equilibrar la percepción
de seguridad con la realidad de los hechos. Por ello, la pregunta que queda
abierta es si esta estrategia de visitas periódicas será suficiente para
modificar las condiciones estructurales o si solo servirá como un recordatorio
de que el problema está bajo la mirada nacional.
Lo cierto es que
hoy las autoridades federales y estatales tienen la oportunidad de demostrar
que el compromiso va más allá del discurso. El tiempo y los resultados dirán si
las visitas del gabinete de seguridad se convierten en un verdadero punto de
inflexión para la seguridad en Sinaloa.
INCLUSIÓN
La discusión
sobre la inclusión del término “gobernadora” en la Constitución de Sinaloa va
más allá de una simple modificación semántica.
Lo que planteó
la senadora de Morena, Imelda Castro Castro, es un recordatorio de que el
Congreso local no tiene margen de discrecionalidad en este tema: se trata de
una obligación legal derivada de la armonización con la Constitución federal,
donde ya se incorporó el término “presidenta”.
El argumento de
Castro es claro. Cuando el Senado y la Cámara de Diputados reformaron la Carta
Magna para incorporar un lenguaje incluyente, los congresos estatales quedaron
vinculados a replicar ese cambio en sus constituciones.
No hacerlo
significaría mantener un desfase normativo y, en términos políticos, una
resistencia injustificada a la evolución institucional del país.
Más allá de la
carga simbólica que conlleva reconocer en el texto constitucional el término
“gobernadora”, este debate expone la necesidad de que los congresos locales
asuman con seriedad su papel de armonizadores legales.
La obligación no
es solo de Sinaloa; es un proceso que deberá replicarse en cada entidad para
evitar contradicciones entre las constituciones estatales y la federal.
El punto de
fondo radica en que el lenguaje en las leyes refleja las transformaciones
sociales y políticas.
Negarse a ello
es enviar un mensaje equivocado sobre el papel de la mujer en la vida pública.
La iniciativa presentada en el Congreso sinaloense, respaldada por Imelda
Castro, es un paso que puede parecer menor en lo jurídico, pero que tiene un
alto contenido simbólico y político en el contexto de la paridad de género.
El reto para el
Legislativo local es no convertir esta armonización en un trámite más. Debe
asumirse como parte de la construcción de un marco legal incluyente y
actualizado, donde las mujeres encuentren un reflejo de su presencia y
participación en la vida política.
Si a nivel
federal se logró avanzar, no hay razón para que los estados se queden atrás.
El mensaje es
claro: el Congreso de Sinaloa no está discutiendo si quiere o no hacerlo, está
obligado a hacerlo. Y el costo político de retrasar una reforma de esta
naturaleza no lo pagarán quienes ya legislaron en la federación, sino quienes
en lo local decidan postergar lo que, tarde o temprano, será inevitable.
ENFOQUES
La reciente
actualización de la alerta de viaje emitida por el Gobierno de los Estados
Unidos sobre Sinaloa ha vuelto a colocar al estado y, particularmente, a
Mazatlán, en la discusión sobre seguridad y percepción internacional.
La Presidenta
Municipal, Estrella Palacios Domínguez, reaccionó señalando que se trata de una
opinión de las autoridades estadounidenses, pero destacó que Mazatlán mantiene
condiciones para recibir turistas de todo el mundo, incluidos Canadá y México,
subrayando la confianza en la tranquilidad del puerto.
El planteamiento
de la alcaldesa refleja un doble objetivo político: reforzar la imagen de
Mazatlán como destino seguro y, al mismo tiempo, reconocer implícitamente que
la percepción de riesgo sigue siendo un desafío.
En términos
prácticos, el mensaje busca sostener la actividad económica ligada al turismo,
crucial para la ciudad, sin desconocer que las alertas internacionales influyen
en la decisión de los visitantes.
Palacios
Domínguez también destacó la coordinación con los gobiernos estatal y federal,
mencionando los esfuerzos conjuntos con el gobernador Rubén Rocha Moya y la
presidenta Claudia Sheinbaum, como elemento clave para garantizar paz y
tranquilidad.
Este énfasis en
la cooperación intergubernamental apunta a reforzar la narrativa de que la
seguridad no es un tema aislado, sino un esfuerzo compartido entre los tres
niveles de gobierno, un factor central para la estabilidad turística y
económica.
No obstante, el
análisis político va más allá de la declaración institucional. La alerta
estadounidense evidencia que, pese a los avances en operativos y coordinación,
la percepción de riesgo todavía pesa en la reputación de Sinaloa.
Mantener la
confianza de turistas nacionales e internacionales exige no solo comunicados y
promoción, sino resultados concretos en la seguridad de los ejes carreteros,
espacios públicos y zonas de mayor afluencia.
En este
contexto, la gestión de la imagen y la seguridad se vuelven inseparables. Las
autoridades locales y estatales enfrentan el reto de demostrar que la
tranquilidad de Mazatlán no es únicamente un discurso, sino una realidad
palpable que se refleja en cifras, operativos y experiencias positivas de los
visitantes.
La alerta
internacional funciona, entonces, como un termómetro de percepción que obliga a
los gobiernos a mantener un trabajo constante y visible en la materia.
Mazatlán se
encuentra en la encrucijada de sostener su atractivo turístico mientras
enfrenta desafíos estructurales de seguridad.
La coordinación de los tres niveles de
gobierno es indispensable, pero el verdadero resultado se medirá en la
confianza que logren transmitir a quienes decidan visitar el puerto, más allá
de las advertencias y la opinión externa.