A menos de seis meses de concluir su gestión, el dirigente sindical ha perdido el apoyo de la mayoría de su equipo y enfrenta señalamientos ...
Culiacán, Sinaloa.– A menos de medio año de concluir su periodo como secretario general de la Sección 27 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el profesor Genaro Torrecillas López atraviesa una severa crisis de liderazgo marcada por el aislamiento político y la pérdida de respaldo incluso entre los miembros de su propia planilla.
De los 62 integrantes con los que llegó al cargo, más de 40 se encuentran actualmente distanciados o abiertamente confrontados con su figura, y se estima que menos de una decena mantiene una relación cercana con él. Esta fractura ha generado un ambiente de división evidente, tanto en el trabajo interno como en actos representativos del sindicato. “Ni para la foto los junta”, expresan fuentes al interior de la organización.
La descomposición se refleja también en las condiciones físicas y operativas de diversas áreas sindicales. Las oficinas del profesor José Luiz Félix Romero, secretario de Organización II, permanecen en completo abandono: sin servicios básicos como luz, agua o internet, y con evidente deterioro en su infraestructura, situación que se atribuye a la omisión del propio dirigente sindical.
Un caso similar enfrenta Isaac Montaño Valadez, secretario de Organización IV, quien ha sido marginado del flujo de información institucional. A pesar de tener a su cargo más de 100 representantes sindicales, no recibe los comunicados ni boletines oficiales, lo que lo obliga a buscar por su cuenta la información para cumplir con sus funciones, afectando así la operatividad en el sector que representa.
En el área financiera, la situación también genera preocupación. El secretario de Finanzas, Saúl Gómez, fue despojado del control operativo sobre los recursos, responsabilidad que ahora, de manera informal y sin mecanismos de supervisión clara, asume el propio Genaro Torrecillas. Esta centralización y opacidad en el manejo de los fondos ha encendido alertas sobre la transparencia en la administración económica del SNTE 27, especialmente ante la próxima rendición de cuentas del dirigente.
De forma paralela, el edificio central del sindicato permanece casi desierto. Trabajadores y agremiados coinciden en que el secretario general dedica más tiempo a reuniones en el restaurante Humaya que a la atención directa en su oficina. La ausencia en la sede sindical ha generado inconformidad entre los docentes, quienes acusan falta de representación y abandono institucional.
Diversas voces al interior del sindicato advierten que la situación es insostenible y que el mayor problema no es solo la ruptura con sus colaboradores, sino la incapacidad del dirigente para sostener una mínima cohesión. “Ya no llena ni un bocho”, se comenta entre los pasillos del SNTE 27, reflejando el nivel de desgaste que enfrenta el líder sindical en la recta final de su mandato.