Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. Qué poco le ha durado el gusto democrático al Movimiento de Regeneración Nacional que ante su jo...
Benjamín Bojórquez Olea.
Qué poco le ha durado el gusto democrático al Movimiento de Regeneración Nacional que ante su joven existencia como partido político de nueva creación, hoy enfrenta una de las peores crisis internas, pues cuyo pronóstico anuncia un largo litigio donde los perdedores serán los propios morenistas. Lejos ha quedado aquella aplanadora que arrasó con votos en un país donde vendieron un buen marketing social y de masas sustentado en la figura del fundador, líder moral y hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador. La mezcla de intereses, personalidades y egocentrismos desató la maldición de las tribus donde hoy todos se erigen como morenistas de sepa cuando muchos de ellos, ni siquiera figuraron en el trabajo de resistencia que durante años llevó a cabo Andrés Manuel López Obrador. Hoy Morena es rehén de sus propios vicios, donde hay una “nomenklatura” como en los viejos partidos donde el dedazo se disfraza de mediciones, pronunciamientos, financiamientos y lo que haga falta para mantener el control de parte no solo del líder moral, sino de las ligas de poder que de ninguna manera están dispuestos a perder la ventaja de manejar y distribuir candidaturas en los diferentes bastiones de poder en el país. La definición del nuevo dirigente nacional de Morena se antoja larga y aún tardía, sobre todo por el madruguete que la tarde del domingo aplicó Porfirio Muñoz Ledo al adelantarse y nombrarse como legítimo ganador de la presidencia anunciando que el día de ayer lo haría oficial. El resquebrajamiento de la unidad morenista es el reflejo de lo que ha sido el manejo de un poder fáctico que sucumbió al estilo y usanza de las viejas estructuras de poder político, donde la llamada plataforma de principios ha quedado como muestra fiel de lo que ni ellos mismos han sido capaces de cumplir. Con un Presidente que por momentos desconoce ser la cabeza del rebaño morenista pero que sigue moviendo las decisiones de poder al interior del mismo, las tribus de este partido cruzan lanzas para defender sus intereses amparados en quienes creen será el mejor dirigente para Morena. El partido del Presidente es el mejor ejemplo del desmoronamiento de esas militancias donde hoy los puros y neo-morenistas se preparan para la carnicería que será pelear y arrebatarse candidaturas, aunque en ello se ponga en juego la fidelidad con el Presidente AMLO. “Les quedó grande el pueblo". En Sinaloa pasa algo muy similar, ya que las tribus morenistas parecen caníbales sin causa y oficio, pues desde comunas, dependencias federales instaladas en Sinaloa y la de los legisladores han carecido de eficacia, actitud y congruencia en los actos, donde en campaña pregonaban rendir cuentas y estar muy cerca del pueblo, lo cual ese tsunami y preguntas de la misma sociedad han sido causa común y desilusión en los hechos. Hoy Sinaloa ha cambiado, no es la misma y en las unas en el 2021 reflejarán lo que hoy analizamos.
GOTITAS DE AGUA:
Después del empate técnico en la encuesta para la presidencia de Morena y tras la postura que han tomado Porfirio Muñoz Ledo y algunos otros personajes del partido, ya nadie confía en una conclusión que sea aceptada por todas las partes y que permita trabajar en unidad para los retos políticos y electorales que vienen. Aún sin los resultados de la tercera encuesta, nos dicen que un grupo de militantes afines al llamado grupo “duro” ya está preparando diversas estrategias para impugnar un resultado adverso, por lo que el cierre de este episodio aún se ve lejano. De momento, la primera consecuencia de la pugna interna será la falta de una estrategia articulada en las elecciones del próximo domingo en Coahuila e Hidalgo, pues con todos los problemas a nivel local, ha hecho en falta una dirigencia legalmente establecida que marque línea. El llamado del día de ayer de Porfirio Muñoz Ledo a una toma simbólica de la presidencia no hace más que acentuar la división. “Nos vemos Mañana”…