Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. Algo que “NO” será inevitable en Sinaloa es la crisis política que se avecina en rela...
Sobre el camino
Benjamín Bojórquez Olea.
Algo que “NO” será inevitable en Sinaloa es la crisis política que se avecina en relación al 2021 y la única puerta de salida será a mi criterio la participación ciudadana organizada. Hoy el problema de la violencia política ya no se limita a un género, se trata del encono que genera aquella persona que entra en campaña, que promete, que busca apoyo, que hace su estrategia mediática y descalificativa para conseguir el voto de las mayorías. No sabemos si es una agresión contra la persona o lo que representa esta persona en campaña. Aquí, se me despierta la creatividad tratando de entender el móvil, ese motor tan poderoso que lleva a alguien a lastimar a otro ser humano, solo por hacer campaña. Me asusta lo enojada que está nuestra sociedad, estos actos son solo el síntoma de la crisis social y política que vive el país y Sinaloa. Crisis que tiene su origen en un Estado de Derecho débil, o sea, injusticia en todas partes; promesas que manipulan a comunidades para luego ser incumplidas, o sea, el nulo valor de la honorabilidad y la palabra; o la coerción del voto el día de la elección que ya está a la vuelta de la esquina. En el mejor de los casos, esto es, el descrédito del valor que tiene la voluntad popular, las nulas expectativas de recibir los beneficios de largo plazo cuando una oferta política, de la persona o el partido, conviene al futuro de la comunidad. No podemos hacer oídos sordos al problema social y político en México, la fuerza de facto de Sinaloa también debe entenderse como una responsabilidad social para hacer un mejor país y un mejor estado. Sin embargo, si bien es cierto esto no significa que la “violencia política” en Sinaloa sea la principal vitamina de desgaste al contrario, sino que también va en detrimento la imagen del producto que se vaya a vender, ya que la sociedad tendrá que razonar y no aventurarse por una emoción a la que ya estamos expuestos debido a un hartazgo y voto de castigo. Esa será la disyuntiva de los personajes que vayan a ser postulados a un cargo de elección popular el próximo año. Si no se “ponen la pilas”, la democracia se va a agotar. Todo indica que la crisis social y política de Sinaloa pende de un hilo y, si no liberan el encono en ambas partes la única salida social será la confrontación y la liberación de la ya instalada cultura política. La única forma de conducir esta energía para el bien de todos, es la participación ciudadana organizada. Sinaloa está ya en un estado de indefensión debido al pobre perfil político que nos representa hoy en distintos órdenes de gobierno. La crisis de legitimidad se expresa de múltiples maneras, una de ellas, que es la que nos interesa es la violencia social, referida al ámbito de la política. Primero, porque la violencia solo se expresa allí donde la autoridad ha dejado de funcionar; segundo, la acción colectiva, desde la sociedad, con carácter violento expresa una forma de poder; y tercero, la violencia expresa, irremediablemente, todo aquello que significa anti-poder. De ahí que toda forma de violencia social esté referida a la crisis de las instituciones, los mecanismos y los valores, que han funcionado y son puestos en cuestión por fragmentos de la sociedad. La violencia política se expresa en los motines en las cárceles, en grupos indiferenciados de ciudadanos llevan a cabo para poner coto a la negligencia de las autoridades gubernamentales, a la corrupción de funcionarios (jueces, policías, secretarios de estado, en donde estos fenómenos políticos ufanan en violentar y reorientar la conducta social). No es fácil administrar, pero es más difícil gobernar con alturas de miras, pues es normal que los intereses de otra marca busquen desestabilizar por la simple idea de cambiar la percepción de la sociedad, sin embargo, el camino trazado es el incorrecto, debido al uso excesivo de la confrontación y la acción del colectivo y grupos heterogéneos que pretenden restituir el orden social y político.
GOTA Y CHISPA:
¿Qué pretende el político? Reorientar su imagen y cohesión social. ¿Qué se puede hacer para mejorar la afligente situación en la que se encuentra la política de hoy? Cuando cada ciudadano puede proponer, debatir y votar, toda decisión referente a la sociedad, nadie tiene autoridad de decidir por otro y ningún hombre tiene “poder político”, de tal manera los adictos al poder harán de todo para conseguirlo, por ello en el seno del estado, de un municipio, de una iglesia, de un sindicato, de una escuela, de una familia se envicia, donde es necesario tratar al “poder” político como una droga y al que lo posee, como adicto, es necesario implementar conductas para que el pueblo vuelva creer en una necedad, donde los políticos deberían estar en una constante terquedad de cortejo entre político y sociedad, por ello una persona hará cualquier cosa por conseguir esta droga. La “Democracia Directa” es la desintoxicación de esta adicción, en la cual no permite que unos tomen decisiones políticas por otros y esto anula un sistema, donde cada ciudadano participa de las decisiones políticas y ningún hombre decide por otro. “Como dice el cantante el Buki… A donde vamos a Parar”. Sin duda en el 2021 se verán cambios muy importantes en el reordenamiento político y social. “Nos vemos Mañana”…