Ad Honorem Alger Uriarte Zazueta La memoria es nuestro patrimonio íntimo. Es también un tesoro de la humanidad. Lo resguarda con...
Ad Honorem
Alger Uriarte Zazueta
La memoria es nuestro patrimonio íntimo. Es también un tesoro de la humanidad. Lo resguarda con sigilo la rueda del tiempo. Es la fermentación histórica de los tiempos pretéritos y cultivo de los actuales.
¿Acudimos a la memoria o viene a nosotros?
Les confesaré un evento que me ocurrió hace unos días; no tengo un recuerdo preciso, pero es algo parecido a lo que contaré:
Me encontraba distraído en algunas cosas particulares, cuando percibí una imagen en el interior de la cabeza; la actividad del momento se detuvo, me adentré en el reflejo novedoso que me atrajo; sentí un ligero parecido al soplido del aire. ¡Sencillamente inferí algo! ...Escuché una voz firme y amigable, que me dijo: “Soy tu memoria, tu compañera de siempre” ¡Quedé atónito por unos instantes! Y con mesura , pero sin detenerse, -continuó- ,“atiende y recuerda lo que voy a decirte, tenlo presente, porque soy olvidadiza”. ¡Sentí un aislamiento absoluto, una cadencia indescriptible, un escenario desconocido! “La vida -enfatizó-es generosa, brinda ocasiones buenas y también malas”. Hablaba con claridad, “celebramos momentos de dicha y serenidad, tenemos rutinas breves ordenadas, pero en ocasiones agobiantes; hacemos caminos largos y solitarios en la búsqueda de objetos e imágenes que necesitamos, o que creemos necesitar. En ocasiones, insistimos en alcanzar una visión directa de cosas ocurridas y, cuando llegamos a ellas, no es lo que pensábamos. Otras veces -añadió- no tenemos claridad en el propósito buscado y erramos constantemente, sin llegar, tan solo, a fijar los hechos”. Hizo un pausa; se detuvo brevemente sin hablar, aproveché para preguntarle: Amiga, aunque solo identifico cierta penumbra, tu presencia es una grata visita, dime, ¿Qué te trajo aquí, conmigo? Sin prisa, con la voz serena, me contestó: “Sólo quiero que sepas lo grandioso que existe en la mente de los individuos. Hay -dijo-,un caudal de aprendizajes que no todos aprovechan para vivir con tranquilidad y en armonía consigo mismos”. Mantuvo siempre la cordura en el tono de sus palabras: “Se sumergen en el pasado en recuerdos de angustia, o de dolor, que se pueden superar si se transforma la manera de pensar a través del conocimiento de sí mismos; por lo que es posible orientar la propia vida con confianza en la existencia. Hay que imprimir optimismo para sortear asuntos difíciles, engañosos. Firmeza para soportar y restablecer; para triunfar y alcanzar aspiraciones. Fortalecer la voluntad y atenuar los desencantos. Con frecuencia, recargan su mente de pensamientos inalcanzables para beneficios inútiles; anteponen, -siguió-, recuerdos banales a vivencias y logros extraordinarios, que han tenido cada uno, por pequeños que sean. En muchos, su conciencia descansa en lo codicioso, en lo insaciable, sin reconocer que poseen un capital invaluable de capacidades y aptitudes a desarrollar. A la memoria, -siempre pueden recurrir-, no para estacionarse en ella, sino para cuando requieran un buen consejo, una compañía afable; incluso, una aliada estimulante. Entiendo que, a menudo, los lazos son tan tenues y los pasajes tan rápidos que estamos con frecuencia desconectados. Por último, ten presente, que la fuerza de la memoria es un poder que libera temores que no deben anidar y que van sumando a la confianza en los buenos recuerdos. Deben interesarte las nuevas huellas de tu historia futura”...¡Esas fueron sus palabras! ¡No quise hacer otra pregunta, luego, no pude!...En el silencio la imagen enigmática se fue disipando...
¡Y con ese silencio volví al mismo lugar donde permanecí! Tuve un regreso recatado, algo ensimismado, cierto, pero con fascinación. Desconozco cuanto tiempo duraría el encuentro; parece que fue breve, no lo sé.
¡La experiencia fue tan extraordinaria com…