Análisis Reyna Guadalupe Valdez Castro Durante mucho tiempo se ha dotado a la lucha feminista de un sentido negativo que raya en...
Análisis
Reyna Guadalupe Valdez Castro
Durante mucho tiempo se ha dotado a la lucha feminista de un sentido negativo que raya entre la beligerancia de marchas y mítines y, la arrogancia académica; quizá esta concepción se le atribuye por romper con pensamientos y prácticas adoquinadas por siglos de opresión. Nadie quiere ser asociado con conductas violentas, vandálicas y desproporcionadamente estridentes. Sin embargo, el feminismo es superior a estas apreciaciones ligeras de la lectura social. Créame, Usted es feminista.
Si apoya la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; le indigna la violencia en cualquiera de sus tipos; tiene la convicción de que ningún ser humano debe dominar al otro; y, considera a la paz como un estilo de vida deseable; entonces, Usted es feminista.
El Feminismo es un complejo mosaico de expresiones, tan diverso como las personas que lo componen. Las y los feministas somos sumamente distintos, basta con que haya revisado las páginas de los diarios, los portales de noticias o las redes sociales este 8 de marzo para que los haya identificado y sepa a qué me refiero.
Por un lado está el Feminismo Teórico, compuesto por exponentes de la academia que comparten ideas, datos duros y propuestas concretas de políticas públicas y programas a favor de las mujeres; ponen la ciencia al servicio de la igualdad. Luego, está el Feminismo por Convicción, que expresa ideas informadas acerca del equilibrio hombre-mujer en la vida pública y privada e indignación por las diferentes formas de violencia.
En un ángulo opuesto aparece, también, el Feminismo de 10 de mayo que equipara la conmemoración de la lucha de las mujeres con el día de las madres o un día para celebrar la feminidad; desde luego que se trata de un aspecto positivo del valor de las mujeres, pero corto de miras frente a los enormes retos que aún quedan por superar.
Hay quienes han practicado un Feminismo por Intuición, generaciones que sin ningún referente teórico educaron hombres y mujeres en un plano de igualdad, y promovieron que sus hijas accedieran a la educación, en la medida de sus posibilidades e incluso, más allá de ellas. A este grupo pertenecen nuestros abuelos, abuelas, padres y madres.
Al Feminismo por Tradición están vinculados quienes fueron criados en un matriarcado; jefas de familia que no permitieron que la igualdad escapara de sus hogares y que reforzaron positivamente la figura de la mujer a través de su ejemplo diario.
El Feminismo por Sororidad es desarrollado por aquellas mujeres que son solidarias con otras mujeres. Se puede encontrar en quienes ayudan a crecer a otras en puestos de responsabilidad laboral, se asumen como mentoras de estudiantes, o se convierten en compañeras de viaje de aquellas que necesitan de fortaleza y empatía en momentos difíciles.
En el Feminismo Político tienen cabida aquellas mujeres que se han propuesto tomar decisiones a favor de la igualdad sustantiva desde puestos de representación popular, tal es el caso de la paridad en la administración pública como acción afirmativa, es decir, como una ventaja para su sector que ha vivido todas las desventajas posibles para el ascenso en la esfera política. Es importante señalar que quienes usan las causas de las mujeres como trampolines políticos no son feministas, son oportunistas; no se confunda.
El Feminismo Combativo, exaltado en los encabezados de los medios y desacreditado por un amplio sector de la población, ha encontrado en la protesta material una forma de canalización de la ira, la indignación y el dolor de perder a una hija, madre, hermana, novia, o amiga; la frustración de verse invadidas por muros de discriminación o limitadas en su desarrollo individual por techos de cristal, esos que no se ven, pero que les impiden crecer, especialmente, en los espacios profesionales. Algunos consideran al Feminismo Combativo como una forma de desestabilizar al verdadero movimiento feminista, otros como la única vía de diálogo con un Estado que las ha ignorado cuando más necesitaban de él. Por supuesto, que el debate está abierto.
Quizá el menos visible sea el Feminismo Desencantado, mujeres que no participaron y además cuestionaron las marchas del 8 de marzo y el Paro Nacional del 9M #UnDíaSinMujeres. Mientras muchas prestaron su voz para denunciar abusos, exigir justicia por las que ya no están y expresar el repudio a la impunidad; las feministas desencantadas guardaron silencio y no apoyaron, tampoco, la ausencia como manifestación. No encuentran efectividad en estas formas de lucha, pero están convencidas que las desventajas para las mujeres no deben continuar. Más esperanzador es el Feminismo en Formación que puede apreciarse en las nuevas generaciones; niños y niñas que son criados en el conocimiento de sus derechos y deberes, acompañados en sus formas de convivencia y liberados de cualquier estereotipo futuro.
Como puede apreciar, el Feminismo nos pertenece a aquellos que creemos en la igualdad de derechos, el respeto de libertades, y el acceso a oportunidades; y nosotros, hombres y mujeres, pertenecemos al feminismo en la medida que apoyamos desde nuestra vida cotidiana, el respeto y reconocimiento de la dignidad del otro. Después de todo, le pregunto ¿es, Usted, feminista?
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