El euro está a punto de festejar su vigésimo cumpleaños, pero los países que lo usan aún debaten cómo debería funcionar la moneda común...
El euro está a punto de festejar su vigésimo cumpleaños, pero los países que lo usan aún debaten cómo debería funcionar la moneda común y cómo corregir las fallas que salieron a la luz tras la crisis deudora que opacó su segunda década.
Fue lanzado el 1 de enero de 1999, cuando 11 países fijaron sus tipos de cambio y le cedieron las decisiones sobre las tasas de interés al recién fundado Banco Central Europeo. Los billetes y monedas del euro entraron en circulación tres años después.
El euro, que empezó con una cotización de 1.1789 dólares, se estrenó en las principales plazas financieras el 4 de enero. Pero el 27 de ese mes, cayó por debajo de un dólar y a finales de octubre tocó su valor mínimo histórico (0.8230 dólares).
De acuerdo con AP, la moneda común fue vista como una solución a las constantes disputas en torno a los tipos de cambio que habían marcado la política en Europa tras la Segunda Guerra Mundial y como una extensión lógica a la zona libre de aranceles de la Unión Europea. Gran Bretaña, en particular, decidió no usarla, pero 19 de los 28 países de la UE sí la utilizan.
Entre la tasa de conversión el 31 de diciembre de 1998, en la víspera del lanzamiento del euro, previsto por el tratado de Maastricht, se anunció en Bruselas las tasas de conversión definitivas: 166.386 pesetas; 1.95583 marcos; 6.55957 francos o 1,936.27 liras por un euro.
Se le da crédito al euro de haber ayudado a que se incrementara el comercio entre los miembros del bloque, pero los países han pasado apuros para ajustarse en caso de problemas tras haber renunciado a dos importantes válvulas de escape: su capacidad de permitir que su tipo de cambio baje para impulsar las exportaciones y el ajuste de sus propias tasas de interés para estimular la actividad empresarial.
Una solución parcial podría ser un presupuesto para seguir pagando las facturas cuando los países miembros enfrenten recesiones. Los líderes europeos exhortaron en 2015 a que exista una especie de fondo común y finalmente están trabajando en torno a cómo establecer uno.