Entre Veredas Marco Antonio Lizárraga “El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”, Concepción Arenal ENFOQUES En l...
Entre Veredas
Marco Antonio Lizárraga
“El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”, Concepción Arenal
ENFOQUES
En la política, la aprobación ciudadana es más que una cifra: es el termómetro que mide la legitimidad del liderazgo, la eficacia de la gestión y, sobre todo, el vínculo emocional entre el gobernante y su gente. En el caso de Juan de Dios Gámez Mendívil, alcalde de Culiacán, ese termómetro indica un dato contundente: es el presidente municipal mejor evaluado de Sinaloa, con un 55.9% de aprobación ciudadana, según la encuesta de mayo de Demoscopia Digital.
Este dato, que podría parecer una simple estadística, encierra múltiples lecturas que vale la pena desmenuzar. En primer lugar, habla de estabilidad política. En un entorno donde muchos alcaldes enfrentan el desgaste natural del ejercicio del poder, el que Gámez mantenga una mayoría clara de respaldo popular demuestra que su administración no solo ha sabido sortear los retos, sino que ha logrado construir un gobierno con dirección y resultados visibles.
Segundo, hay que subrayar el contexto geográfico y social de Culiacán. La capital sinaloense no es una ciudad cualquiera. Es el corazón económico, político y cultural del estado, pero también un municipio que arrastra históricas problemáticas en materia de seguridad pública, movilidad urbana, servicios básicos e infraestructura social. Gobernar Culiacán implica enfrentar una presión constante y una demanda ciudadana intensa. En ese entorno, no se gobierna solo con discursos, sino con acciones concretas y resultados medibles.
Y es justamente ahí donde el liderazgo de Juan de Dios ha marcado la diferencia. Su estilo de gobierno —basado en el contacto directo con la ciudadanía, la atención a colonias populares y el fortalecimiento institucional— ha sido una apuesta por la cercanía y la eficacia. No es raro verlo en los barrios, en recorridos a pie, escuchando de primera mano las necesidades de la población, rompiendo con la vieja tradición del escritorio cerrado y el funcionario ausente.
A eso se suma una buena capacidad de gestión con los gobiernos estatal y federal, lo que ha permitido destrabar recursos, iniciar obras estratégicas y generar una dinámica de colaboración institucional que se traduce en mejoras para la ciudad. El modelo de coordinación que ha promovido Gámez Mendívil es funcional y pragmático: no se trata de protagonismos, sino de generar resultados.
Otro factor relevante es el momento político. En pleno año electoral, los alcaldes son observados con lupa. La ciudadanía está más crítica, más exigente, y los errores se magnifican. En ese escenario, que el alcalde de Culiacán no solo conserve, sino incremente su aprobación, habla también de una madurez política que le ha permitido mantenerse alejado de escándalos, conflictos innecesarios o divisiones internas.
Desde luego, el reto ahora es doble: consolidar lo logrado y proyectarse hacia el futuro. Porque una alta aprobación no solo valida lo hecho, también coloca a Juan de Dios Gámez como un actor relevante en el tablero político de Sinaloa. Su desempeño en Culiacán podría convertirse en plataforma para aspiraciones mayores, si así lo decide, ya que el capital político que ha acumulado lo posiciona como un perfil confiable, experimentado y con legitimidad ciudadana.
En suma, el dato de la encuesta no es una anécdota, sino una señal clara de que sí es posible gobernar con eficiencia, cercanía y visión estratégica. Juan de Dios Gámez lo está haciendo, y la ciudadanía lo está reconociendo.
Porque al final del día, más allá de colores o coyunturas, lo que la gente quiere es algo muy simple: un gobierno que funcione. Y, por ahora, Culiacán parece tenerlo.
PROYECTO
Hay obras que trascienden el cemento y el ladrillo. Hay proyectos que, más que infraestructura, representan un acto de justicia social, una respuesta sensible a necesidades históricamente postergadas. Tal es el caso del Centro Regional de Autismo que comenzará a construirse en el municipio de Elota el próximo lunes 16 de junio, con la colocación de la primera piedra anunciada por el alcalde Richard Millán Vázquez.
Este centro no es solo una obra pública más. Es la cristalización de una demanda legítima de cientos de familias que, por años, han tenido que enfrentar la falta de atención especializada para sus hijos e hijas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Es, también, un testimonio del compromiso que puede alcanzar un gobierno municipal cuando hay sensibilidad, voluntad política y visión social.
El impacto del centro no se limitará a Elota. Será un espacio regional que beneficiará a habitantes de San Ignacio, Cosalá y el sur de Culiacán, lo que amplifica su relevancia y consolida su vocación incluyente. No se trata solo de atender, sino de integrar, acompañar y transformar vidas.
Contar con personal altamente capacitado en terapias de lenguaje, desarrollo cognitivo, habilidades sociales, psicomotricidad, así como talleres de cómputo y espacios de entretenimiento terapéutico, marca una diferencia profunda con respecto a la atención tradicional. Aquí se habla de una intervención integral, de calidad y centrada en la dignidad de las personas.
El reconocimiento al gobernador Rubén Rocha Moya es justo y necesario. Su respaldo financiero y político ha sido clave para hacer realidad este sueño. Pero también hay que destacar la labor de gestión del presidente municipal Richard Millán, quien ha puesto sobre la mesa una agenda social auténtica, priorizando a los sectores más vulnerables. Cuando los gobiernos se coordinan con sensibilidad, las cosas buenas suceden.
La colocación de la primera piedra de este centro no es un acto simbólico cualquiera. Es el inicio de una nueva etapa para muchas familias, que ahora contarán con un espacio donde la esperanza dejará de ser abstracta y tomará forma concreta en cada sesión de terapia, en cada diagnóstico oportuno, en cada sonrisa recuperada.
Este tipo de acciones deberían marcar el estándar de lo que se espera de una administración pública: proyectos que cambien vidas, que abran puertas, que acerquen derechos. Hoy, Elota envía un mensaje claro al estado: que sí se puede gobernar con empatía, que sí se pueden hacer políticas públicas con el corazón.
Y sobre todo, que la inclusión no es un discurso: es una realidad que se construye, piedra por piedra.
LIDERAZGO
La diplomacia no es solo un protocolo. En el contexto actual, es una herramienta estratégica para abrir caminos al desarrollo, consolidar relaciones de confianza y convertir el entendimiento entre naciones en oportunidades concretas para la gente. Así puede entenderse la reciente participación del gobernador Rubén Rocha Moya en la recepción por el 249 aniversario de la independencia de los Estados Unidos, celebrada en Hermosillo, Sonora, a invitación del cónsul general Tim Stater.
El gesto del gobernador, lejos de ser meramente simbólico, refleja una política exterior estatal activa y coherente con los retos del siglo XXI. Hoy, los estados de México que entienden la globalidad como una oportunidad están mejor posicionados para atraer inversión, talento y cooperación. Y en ese sentido, Sinaloa ha venido construyendo una relación sólida con el país más influyente del mundo
El agradecimiento expresado por el gobernador hacia el cuerpo diplomático estadounidense va más allá de la cortesía. Es el reconocimiento de que la inversión extranjera directa está transformando la vocación económica de la entidad. Dos proyectos lo ilustran con claridad: la planta de metanol verde Pacífico Mexinol y la terminal de gas natural licuado de Sempra Energy, ambas en Topolobampo. Estas inversiones no solo son cuantiosas, sino estratégicas para convertir a Sinaloa en un nodo industrial, energético y logístico de relevancia internacional.
Detrás de estas oportunidades hay confianza. Y detrás de esa confianza, hay un gobierno estatal que ha sabido ser interlocutor confiable, facilitador de procesos y promotor eficaz del potencial sinaloense. Esa es, sin duda, una de las mayores fortalezas del actual sexenio: una agenda económica con visión internacional, sin perder de vista el bienestar social como objetivo central.
El mensaje que Rubén Rocha compartió en su cuenta oficial de “X” resume bien este momento: refrendar los vínculos de respeto, entendimiento y cooperación entre Sinaloa y Estados Unidos es apostar por una relación que genere empleo, conocimiento y desarrollo sustentable.
El acompañamiento de miembros clave del gabinete, como los secretarios de Economía, Agricultura y Turismo, no fue casual. Habla de una articulación interna del gobierno que entiende que la promoción internacional no es un esfuerzo aislado, sino una tarea de equipo que debe involucrar todas las áreas estratégicas.
En resumen, lo que se vivió en Hermosillo no fue solo un acto diplomático, sino una reafirmación del liderazgo proactivo de Sinaloa en el ámbito internacional. Porque hoy más que nunca, pensar globalmente y actuar localmente es la clave del éxito para los estados que quieren trascender.
Y Sinaloa, con el liderazgo de Rocha Moya, está en ese camino.