Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. Las organizaciones delictivas no están dispuestas a ceder terreno frente a lo que han logrado. Ema...
Sobre el camino
Benjamín Bojórquez Olea.
Las organizaciones delictivas no están dispuestas a ceder terreno frente a lo que han logrado.
Emando a la sinaloense, Tatiana Clouthier, “después de las balaceras, nos regalaron ese gran sol”… mandando un mensaje a favor de la delincuencia organizada, a mi criterio, miserable e irresponsable. Y mi pregunta sería, ¿humor negro o ironía?
La capital sinaloense se ha convertido en un polvorín donde semanalmente tenemos noticias de levantones y hallazgos de cuerpos en vehículos abandonados. La caldera de los grupos delincuenciales tiene tomada a Culiacán y a nuestra entidad desde hace mucho tiempo.
Analicemos: no es suficiente ser parte del pueblo, ni aparentar ser de rancho para trascender en política. La doble moral bajo cualquier tendencia no aplaza el miedo, ni la realidad, ni la apariencia.
En 1937 en las páginas de su Teoría del Estado, Herman Heller definía a la opinión pública como toda expresión “publicada de cualquier manera”, y aludía a su importancia en el desenvolvimiento del acontecer estatal.
Las consideraciones vertidas en 1937 resultan de especial relevancia ante lo escrito por Marshall McLuhan en “La Aldea Global”, en la que avizoraba un futuro, en el que estamos instalados en el momento actual, señalando que el alud de contenido digital puede fácilmente desestabilizar un gobierno.
Debo decir que, en estos tiempos, muchas veces he preferido quedarme en mis recuerdos de cuando era un niño. Las calles se sentían muy diferentes en aquel entonces, y debo decir que la libertad aún más.
Pasar todo el día en la banqueta de la casa de mi abuela e ir a la tiendita de la esquina por “lechuguillas”, mientras el gran plan del día eran las escondidas… aquel tiempo en el que probablemente mi único temor era que me alcanzara la chancla, como diríamos por acá.
Observar mis recuerdos se ha convertido en mi zona de confort, más al ser foráneo y mudarme al inmenso rancho del que aún siento que no pertenezco. Este rancho que ha sido mi casita por casi 11 años, pero me resisto a huir.
Vivir en Culiacán tiene una sensación agridulce, más salada que dulce debo decir, ya que nunca he podido acostumbrarme al miedo, y conforme he ido creciendo la “invisible” ansiedad también se ha incrementado, a tal punto en el que a veces ni siquiera en las cuatro paredes de mi habitación me siento seguro, porque Culiacán es un lugar en el que todo lo que te imagines puede pasar, y México es un país en el que la violencia y la corrupción están totalmente normalizadas por la gente y apoyadas en el narcotráfico.
A pesar de que no soy “culichi” de nacimiento, me considero parte de este gran rancho y capital sinaloense, un rancho en el que la comida no solo son los mejores mariscos del país probablemente, sino las balas que se sirven calientes en la mesa para todos, independientemente de cuántos años tengas y quién seas; un típico platillo sinaloense, muy mexicano, y realmente barato y a veces hasta regalado, lamentablemente.
Llámenme pesimista o negativo, pero esta es la realidad que desde hace mucho tiempo se vive en el rancho que tanto quiero y al que tanto miedo le tengo… un lugar en el que no aprendes a vivir, sino a sobrevivir en mi muy humilde opinión.
No dejo de lado lo bonito de Culiacán y lo incluyo en estas palabras, porque creo que es importante tener siempre el panorama completo y la perspectiva abierta a un análisis profundo; si de algo me siento orgulloso es de la gente tan trabajadora que vive aquí y que a diario sale honradamente a buscar el pan de cada día, aunque, los que vivimos aquí sabemos el trasfondo y lo que realmente implica muchas veces, porque aquí dicen que “si te tocó, te tocó”.
Mi bonito Culiacán y lo bonito que es ir a caminar al parque de Las Riveras, o “maleconear” con un esquite en mano; ir al centro y recorrerte todas las tiendas chinas y demás, ir al “sushi o a los tacos de carne asada” o simplemente quedarte sentado en algún parque cuando el clima está agradable (sarcásticamente).
Podría pasar hablando de todo lo que me gusta de Culiacán por horas, pero no tengo mucho tiempo y ninguna duda de que siempre lo malo será más grande y cada vez se pondrá peor. Por eso nunca te invitaré a que seas positivo siendo de aquí, porque para nuestra desgracia esta es nuestra realidad y yo creo que todavía falta tiempo para lo peor.
He escuchado que “el miedo y la violencia no representa a Culiacán y a su gente”, yo realmente creo que sí, porque es lo que vivimos a diario desde hace años, no solo los jueves negros como la mayoría cree.
No te pediré que “no tengas miedo” o que “no entres en pánico” porque la situación se presta perfectamente para eso y es totalmente entendible que tengas miedo, pero sí te pido que si sales a la calle hoy (porque tenemos que trabajar) sea correctamente informado, con precaución, y sobre todo, sin rencores, porque “si nos tocó, nos tocó” y es probablemente que mañana sin saberlo ya no podamos regresar a casa con los que amamos. Cuídate, cuídate mucho, y ten el valor de perdonar, llámale a ese primo o hermano con el que te peleaste por la razón que sea, o a esa persona que quieres mucho, pero de la que te alejaste por orgullo, ahorita no estamos para rencores u orgullos. Llámales a tus padres o hij@s si los tienes lejos y diles que los amas, hazte presente.
GOTITAS DE AGUA:
Al final del día, lo único verdadero que tenemos hoy es a nosotros mismos (nuestras decisiones y accones) y a los que amamos. Carpe diem.
Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura, expresó: “Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas”. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…


