Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea. En la repisa de figuras de porcelana de la oposición irrumpió un soldadito apodado “Memo” de mirad...
Sobre el camino
Benjamín Bojórquez Olea.
En la repisa de figuras de porcelana de la oposición irrumpió un soldadito apodado “Memo” de mirada seria y fija.
A la oposición le gustaba coleccionar figuras que con todo cuidado ponía en repisas para lucirlas con todo mundo. Tenía una tetera miniatura con sus tacitas, conejos, vacas, cerditos, patos y corderos, un reloj cucú, un payasito que sostenía unos globos y una bailarina tenaz de ballet, entre muchos más. Desde ahí, sabíamos que destino arroparía al exitoso empresario, Guillermo Romero Rodríguez y hoy precandidato único a la alcaldía de Mazatlán por las insignias del PAN, PRI, PAS y PRD (coalición denominada Fuerza y Corazón por México).
Lo cierto es, aproximadamente cada dos semanas, la oposición aliancista solía limpiar las figuras con un paño para quitarles el polvo y aprovechaba para reacomodarlas, sobre todo si su colección creciera. En la Navidad, la oposición recibió un miembro más de la familia, le habían regalado un soldadito de mirada seria y fija, en posición de firmes con su uniforme de gala y un fusil a un lado, era una buena pieza que la oposición agradeció mucho y que necesita conservar, convencer y pulir.
Al llegar el día de la limpieza y cambio de lugar, las figuritas quedaron junto al soldado que quedó inmediatamente prendado de ellos, pero como era muy serio ni volteó, ni dijo nada, a pesar de que el corazón se le derretía cada vez que ellos le brindaran una corta y coqueta mirada.
Pasaron las dos acostumbradas semanas coyunturales para que la oposición tomara con delicadeza cada una de sus figuras, las limpió con afán y volvió a colocar una a una en un lugar diferente para agregar una nueva pieza. El soldado Mazatleco, quien durante ese tiempo no había correspondido las miradas de la oposición, vio que ellos habían quedado en la pared de al lado y en la repisa arriba de él se había colocado la nueva adquisición, ya que la oposición le mencionó las mismas palabras que cuando el soldado llegó: “Esta es tu nueva casa y ellos son tu nueva familia”. Un poco brusco y sin cuidar las formas, la oposición recibió al soldadito “Memo”
El soldado Mazatleco veía que la oposición lo miraba como el recién llegado y eso hizo que el señor del fusil pusiera la cara más seria, pero al ver que la oposición juntaba las palmas de la mano y parecía hablar dirigiéndose al nuevo integrante, definitivamente frunció el ceño. Algo estaba pasando, el futuro ya estaba destinado cuando giró su mirada 180 grados. La oposición en ese momento se había dado cuenta que ese soldadito era la opción aliancista y así poder enfrentar al oficialismo, pero para ello necesitaba que la oposición convenciera a los demás integrantes de porcelana.
Detrás de la cara adusta, el soldado “Memo” sufría y eso lo supo el payaso de los globos que estaba a su lado. “Amigo, yo sé lo que es tener el corazón destrozado y portar una máscara de lo contrario”. El soldado apodado “Memo” no respondía nada y solo tenía la mirada al frente para no ver que la oposición hubiera escogido a otro. También se hizo sordo a los comentarios del payaso, que, en un afán de dar consuelo, sin querer, lo lastimaba al señalar el desamor que percibía de su compañero. “Ser de porcelana es tener miedo a caer de la repisa, pero el desaire es el terror de un corazón”. El soldado originario del puerto Mazatleco ya no lo aguantaba, pero soportó la situación con la esperanza de que dos semanas después, cambiaran nuevamente de lugar. Así es la polaca.
Al cumplirse los nuevos catorce días, llegó la oposición para sacudir el polvo de su colección y con ello fue bajando cada pieza. Cuál fue la casualidad de que, al bajar al soldado “Memo”, la oposición sintió perder el equilibrio lo soltó para irremediablemente sentir que el piso se ensañaba con ambos haciéndolo pedazos la porcelana y el corazón angustiado de la alianza. “Dios bendito, ¿qué he hecho?”, se lamentó la oposición y se apresuró a juntar los pedazos para después colocarlos en una cajita que se llevó consigo fuera de la casa.
Las figuras que estaban en la mesa, así como las que habían quedado en las repisas lamentaban lo ocurrido y se preguntaban qué destino tendría el soldado “Memo”. “Seguramente lo van arrumbar”, dijo un jarrón; “No” -interrumpió el payaso con la cabeza gacha, “lo más probable es que lo hayan llevado a la basura”. Todos se quedaron mudos el resto del día de la impresión y nadie notó que, llegada la noche, alguien había humedecido sus mejillas en medio de la oscuridad.
Dos días después, más tarde que de costumbre, la oposición entró a la habitación. Se le veía tan contenta que hasta tarareaba una vieja tonada. Mientras terminaba de limpiar y colocar en las repisas a las figuras, decía: “Esta canción me trae muchos recuerdos, un día como hoy me la cantó mi difunto marido en una hermosa serenata por ser día de San Valentín”. Con cada pieza que tomaba daba unos gráciles pasos de baile y luego la llevaba a su lugar en alguna repisa. Las figuritas se contagiaron de la alegría que irradiaba la oposición, menos los líderes de dicha alianza que seguían tristes desde que su pretendido se había ido. En eso, alguien tocó a la puerta y la oposición salió un momento y enseguida regresó con una cajita, de la cual sacó al soldadito “Memo” a quien habían reparado pegando los pedazos en los que se había convertido con el accidente.
GOTITAS DE AGUA:
El payaso, que había quedado junto a la muñequita, le dio un codazo para que viera quién estaba llegando y para mejor suerte fueron colocados juntos otra vez. El soldado “Memo” lucía un poco maltratado, pero no había perdido el porte galante y con la vista al frente miraba de soslayo a sus compañeros y pretensos de porcelana y les decía, “estamos de vuelta y con ánimo de triunfo”.
El payaso al verlos dijo: “Amigos, no cabe duda que el amor es el mejor milagro”, y luego se dirigió al soldado “Memo”: “Tienes que mirar hacia allá, equivocaste los motivos, ellos los aliancistas suplicaban para que tú los tomaras en cuenta y luego para que regresaras”. El soldado “Memo” vio hacia donde el payaso apuntaba y su sorpresa fue mayúscula, volvió rápidamente la mirada a la oposición y ella asintió.
En ese momento, el nombre de Guillermo Romero Rodríguez figuró entre la repisa, y fue esa sorpresa al emitir que tenia forma de un soldado poderoso y a su vez delicado ciudadano con alas portando arco y flecha. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…
