Economía y Sociedad Naím Manríquez* Profesor de economía y estadística en Universidad Tecmilenio, miembro del Sistema Nacional de Investiga...
Economía y Sociedad
Naím Manríquez*
Profesor de economía y estadística en Universidad Tecmilenio, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt. Doctor en Economía Regional por la Universidad Autónoma de Coahuila.
Los economistas se han interesado durante siglos por el crecimiento económico, pero el tema ha demostrado ser un poco complejo y siguen existiendo muchas cuestiones acerca de qué detona el crecimiento. Sin embargo, algo muy interesante de comentar es que existen dos oleadas sobre el tema. Una comenzó a mediados de la década de 1950 y duró hasta principios de la década de 1970. La segunda comenzó a finales de la década de 1980 y continua hasta nuestros días.
Las principales ideas sobre el crecimiento económico se deben a Solow (1956), que es el fundador del modelo neoclásico de crecimiento. Solow y otros autores argumentaban que el crecimiento económico se produce básicamente por la acumulación constante de capital, si cada año aumenta la maquinaria y las instalaciones disponibles (capital fijo) para producir se obtendrán producciones progresivamente mayores, cuyo efecto acumulado a largo plazo tendrá un notable aumento de la producción y, por tanto, un crecimiento económico notorio. Entre las predicciones del modelo está que el crecimiento basado puramente en la acumulación de capital, se llega a un estado estacionario en que no se produce más crecimiento y las inversiones compensan exactamente la depreciación asociada al desgaste del capital fijo.
Por otro lado, existe la teoría actual del crecimiento económico, la cual valora los factores productivos, tecnológicos y efecto de la I + D. Particularmente, Romer (1990) hace énfasis en que el crecimiento económico es impulsado por el cambio tecnológico. Es de ahí que se explica gran parte del incremento de la productividad que conduce al crecimiento. El gasto y las mejoras tecnológicas amplían el stock disponible para realizar otras innovaciones lo que genera spillovers (efectos de derrame de conocimiento) que benefician no sólo a quienes generan innovación, sino también al resto de agentes productivos.
Es importante mencionar que el cambio tecnológico también puede aumentar la eficiencia del capital o de la tierra. Es decir, las mejoras de la tecnología pueden incrementar la productividad de los distintos factores en diferente grado.
Sin embargo, entender el papel de la tecnología no ha sido sencillo. En algunos casos se ha tratado como el capital humano, mientras que para otros se trata de los esfuerzos de investigación de las empresas por desarrollar conocimiento (tecnología). Lo cierto es que el camino hacia una economía innovadora puede ser complejo. Cabe mencionar que la correlación entre crecimiento e innovación es fuerte, según datos del Banco Mundial, los países que más invierten en innovación y desarrollo como proporción del PIB son Israel (4.94%) y Suecia (3,31%), en el caso de México (0.31%), estos dos primeros, se encuentran entre los mejores países en cuanto a nivel de vida. Obviamente otro factor importante es el papel de las instituciones y la gobernanza de los mismos, lo cierto es que una formula de instituciones limpias e innovación con alto capital humano ofrecerá mejores niveles de crecimiento.
Y en un contexto local habría que preguntarnos, ¿qué estamos haciendo en Sinaloa y particularmente en Mazatlán respecto a la innovación? Lo cierto es que, en Mazatlán, la inversión inmobiliaria es enorme, sin embargo, ¿cuánto de esa inversión se transforma en crecimiento económico o solamente se trata de una burbuja especulativa? ¿existen esfuerzos por atraer inversiones en I+D en el puerto? Lo dejamos de tarea.
Por último, es necesario responder a la diferencia entre derrama económica y crecimiento económico. La derrama económica podemos definirla como la entrada y esparcimiento de dinero en la economía de uno o varios sectores que beneficia y favorece a las personas que lo componen. Por ejemplo, el turismo. Sin embargo, no necesariamente la derrama económica se traduce directamente en crecimiento económico, hay que canalizarla para que se vea dicho crecimiento.
Referencias.
Romer, P. (1990), “Endogenous Technological Change”, Journal of Political Economy.
Solow, Robert M. (1956), “A Contribution to the Theory of Economic Growth”, Quarterly Journal of Economics.
*Profesor de economía y estadística en Universidad Tecmilenio, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt. Doctor en Economía Regional por la Universidad Autónoma de Coahuila.
Integrante de Unidad Democrática Sinaloa, movimiento político Socialdemócrata.
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