Altoparlante Juan Manuel Partida Valdez Cuánta tristeza y decepción agregada ver a Rubén Rocha Moya mostrarse tan miserable con la descali...
Altoparlante
Juan Manuel Partida Valdez
Cuánta tristeza y decepción agregada ver a Rubén Rocha Moya mostrarse tan miserable con la descalificación y el insulto groseros en contra de una compañera periodista, ayer durante una conferencia de prensa en Los Mochis.
El “delito” de la colega Arely Hernández, de Plataforma Noticias, fue comentar sobre el aumento de la pena de cárcel a quienes tomen casetas de peaje, con la coincidencia de otros compañeros que también fueron llamados “mentirosos” por el candidato a gobernador de Morena y el PAS.
Nos dicen en su cuartel de campaña que se le chispoteó, pero lo cierto es que esa es su esencia y que la sacó a flote en su creciente desesperación de ver que las cosas no están saliendo como esperaba.
Expresiones de esta naturaleza ponen en grave riesgo la integridad física de los periodistas, en medio de un proceso electoral tan polarizado por los fanatismos.
Rocha y demás actores políticos, junto con sus seguidores, deben entender que los periodistas tenemos como trabajo el informar y formar opinión.
No somos sus empleados, ni es un servicio de complacencias.
Extendemos esta exigencia de respeto hacia todos, sin distinción de colores.
Y NO ES NOVEDAD
Tengo informes del entorno cercano al candidato morenista a gobernador sobre la furia que provocó en su familia las publicaciones recientes de Altoparlante, particularmente por los presumibles tráficos de influencias a través de la Constructora Chocosa y la milagrosa bonanza de cuando menos uno de sus accionistas, Rubén Rocha Ruiz, quien vive en una casa con valor comercial superior a los 13 millones de pesos.
Dolió mucho, por más que pretendan fingir indiferencia.
La reacción ha sido la acostumbrada, no el aclarar sino la descalificación al columnista desde páginas y cuentas evidentemente pagadas por la cuarta transformación.
Debo advertir otra vez que Rubén Rocha Moya de ninguna manera es ajeno a estos ataques; los ordena o los solapa, y para el caso resulta lo mismo.
Con el disfraz de espacios de “medios” y de “periodistas”, tiene ya buen rato el linchamiento contra quienes nos atrevemos a discrepar de los otros datos morenistas, en páginas y cuentas desde las que se golpea también al resto de los partidos políticos.
El infundio más reciente, un inexistente parentesco familiar del columnista, una falsa publicidad en mi web que por cierto hace como dos meses cerré porque ante otras prioridades económicas decidí no renovar su vigencia.
Esos falsos informadores inventan a lo tonto, y de la misma manera injurian a otros colegas.
Rocha Moya y sus orates creen que nos intimidan y que dejaremos de cuestionar sus corrupciones.
Como si no supieran lo batalloso que es uno, que nunca me he dejado de nadie ni me dejaré.
Seguiremos con nuestra labor informativa, tope con lo que tope.
Nos damos por bien servidos con la satisfacción personal de decir lo que vemos y sentimos, sin que nos importe si a los demás les gusta o disgusta.
Y como el candidato a gobernador de Morena se quiere llevar, pues que aguante; porque a quien esto escribe se le seguirán resbalando esas amarguras chairas que para lo único que nos sirven es para comprobar que estamos en lo correcto.
Dando la cara, como siempre, sin escondernos cobardemente como Rubén Rocha Moya hace desde esas páginas falsas, con marionetas pagadas para fustigar la libertad de expresión y el derecho a la información.