Durante hora y media ofrecieron un concierto en el concurrido Parque Las Riberas Culiacán, Sinaloa.- Un soberbio espectáculo de música ...
Durante hora y media ofrecieron un concierto en el concurrido Parque Las Riberas
Culiacán, Sinaloa.- Un soberbio espectáculo de música de raíces irlandesas ofreció este domingo 28 de octubre por la noche el grupo norteamericano Into The Sun, en el espacio natural del Parque Las Riberas, de Culiacán, como parte del Festival Cultural Puro Sinaloa 2018 que organiza el Gobierno de Sinaloa, a través del Instituto Sinaloense de Cultura con el apoyo de la Secretaria de Cultura.
Durante hora y media, el cuarteto entusiasmó a los presentes con esa música antigua, abriendo con piezas como Bank set y Wahly Range, interpretadas con flauta, guitarra y el antiguo tamborcillo llamado bodhrán, los músicos
Los paseantes del parque detenían su paso para apreciar al grupo originario de Kansas, Missouri, integrado por Molly McLaughlin en la flauta, silbatos y voz; David Agee, en el violín, mandolina, guitarra y voz; Gordon Bearss en la guitarra, mandocello y voz, y Mile Lunoe, en el bodhrán.
Con el tema Paddy’s lamentation evocaron la gran hambruna de 1867 en Irlanda, donde murieron un millón de personas y que provocó la emigración masiva hacia Estados Unidos, país en guerra civil, donde los recién llegados fueron carne de cañón de los bandos en disputa.
Luego el tema instrumental Pancake, de carácter festivo, a la que siguió The king’s shilling, sobre la carta que un joven marido escribe a su esposa tras partir a la guerra, donde es muerto. En su carta le dice que, ciertamente, la vida no tiene precio.
Le siguió la marcha escocesa, instrumental, 79ths Farewell, alegre y marcial, a la que siguieron Maisie, Crockery ware, y más tarde Wild mountain thyme y The cutty wren, con las que el cuarteto dio una muestra de lo que sabe hacer, llenando con sus sonidos, a veces alegres, otras evocativos, con temas tradicionales de raíces celtas.
Entre los altos álamos, ceibas y sauces, con un público cautivo escuchando y aplaudiendo desde el sillerío, y otros ante las mesas de concreto, o paseando en bicicletas o caminando con sus perros, o sentados en los muros laterales del malecón tras regresar de la plaza comercial adjunta, la singular música llenó todos los espacios hacia el oriente, hasta más allá del puente Cañedo.