Las tortugas japonesas, cuyo nombre científico es Trachemys scripta elegans, la mascota que te acompañó en la infancia cuando le pediste ...
Las tortugas japonesas, cuyo nombre científico es Trachemys scripta elegans, la mascota que te acompañó en la infancia cuando le pediste un perro a tus papás y ellos te lo ‘cambiaron’ por este pequeño animalito al que consideraban más fácil de cuidar, es una plaga en México y su venta es ilegal desde 2014.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) fue la autoridad encargada de prohibir la comercialización de estas tortugas en el país. A pesar de ello, en varios mercados, tianguis y algunas tiendas de mascotas su venta continúa, ya sea de manera encubierta o a los ojos de todos.
Esta especie de reptil se considera invasora no nada más en nuestro país, sino en diversas partes del mundo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), la incluyó en un listado en el que se enumeran las 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo.
Crónica de una plaga anunciada
A pesar de su nombre común, la tortuga japonesa no proviene de Japón, la especie es originaria de Estados Unidos y de México. Su asentamiento original en nuestro país era en la zona norte, en los estados de Tamaulipas y Nuevo León.
Desde Estados Unidos, entre 1989 y 1997, se exportaron más de 52 millones de ejemplares a todas partes del mundo.
Este tipo de reptil representa varios peligros, tanto para otros animales como para los humanos, entre ellos: la competencia con otras especies de tortugas por sitios para anidar, para asolearse, además de transmitir al humano y a otros animales enfermedades como la salmonella.
El biólogo Eduardo Rendón Hernández, adscrito a la Dirección de Especies Prioritarias en el área de especies invasoras y exóticas de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) indica que esta especie se volvió una plaga debido a la compra indiscriminada, no informada, de ejemplares y a su posterior liberación en lugares donde habitan otros animales.
“Desafortunadamente, es una especie que tiene muchos requerimientos de espacio, alimento y limpieza para su mantenimiento en casa, por lo que a largo plazo los dueños deciden liberarlas en cuerpos de agua, provocando su dispersión hacia ambientes naturales”, indica Rendón.
El especialista comenta que otra fuente, menos frecuente, de introducción para estos reptiles en hábitats que no son los suyos, es el escape de ejemplares desde criaderos, debido a que en ellos no se cuentan con las medidas de contención suficientes.
Martha Harfush Meléndez, bióloga del Centro Mexicano de la Tortuga de la Conanp, asegura que algunos de los factores que volvieron a las tortugas japonesas una plaga fueron su bajo valor en el mercado, la ignorancia respecto al gran tamaño que alcanzan, además su liberación en cualquier tipo de cuerpo acuífero.
“Varias personas aquí en el centro del país llegaron a decirnos que las liberaron en el océano porque creían que eran especies marinas” relata.
Las tortugas de orejas rojas, como también se les conoce, afectan a otras especies necesarias para que los ecosistemas presentes en México funcionen adecuadamente, además de a otras clases de tortugas endémicas. Entre sus presas se encuentran aves, pequeños invertebrados, peces (como la tilapia) y ajolotes.
Pero ¿cómo fue que se convirtieron en una plaga? Eduardo Rendón indica que su éxito como especie invasora se debe principalmente a que tiene una gran capacidad de adaptación a diversos hábitats, que su rango de tolerancias fisiológicas es muy amplio, además de que es una especie oportunista con dieta omnívora
Las características enumeradas son las que le permiten adecuarse a los ambientes donde son introducidas, competir con algunas especies nativas y actuar como depredador de otras. Además, México cuenta con las condiciones climáticas adecuadas para que la especie pueda establecerse con éxito, lo que favorece su invasión cuando ésta es liberada.
Martha Harfush explica que la japonesa compite con las tortugas mexicanas por territorio, por hembras, por alimento y que por ello las desplazan.
Plaga verde, ilegal
La Semarnat incluyó a la tortuga japonesa en su Lista de las Especies Exóticas Invasoras para México en 2014, fecha en la que se prohibió su venta, siendo la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) la encargada de hacer cumplir este mandato.
Sin embargo, aunque conseguir una japonesa se ha vuelto difícil, no es algo imposible. Ángela, una joven propietaria de tortugas, comenta que para adquirir la última japonesa que habita en su pequeño acuario, pasó serias dificultades.
“Cuando quise comprar una japonesa fui a la tienda de mascotas en la que acostumbro adquirir el alimento para mis demás tortugas, en esa tienda me informaron que la venta del ejemplar que me interesaba estaba prohibida por las autoridades” relata.
Ángela, que ha poseído varios ejemplares de esta especie a lo largo de su vida, no daba crédito a lo dicho por el vendedor de la tienda, por ello acudió al mercado en el que comúnmente realiza compra de frutas, verduras y otros alimentos, para visitar la tienda de mascotas que hay en su interior y ver si podía adquirir su tortuga de orejas rojas.
“Cuando me acerqué al lugar me sorprendió ver que no tenían ni una tortuga cuando en mi niñez había peceras llenas de ellas en el mismo sitio, cuando pregunté a la señora que atendía si tenía tortugas japonesas, se lo pensó varias veces antes de decirme que sí” platica.
La joven comenta que tras dos o tres veces de preguntar por un ejemplar de orejas rojas la dueña del negocio accedió a mostrarle unos pocos de estos reptiles que tenía en una pecera, escondidos en la parte de atrás del lugar, y que tras venderle uno le pidió que tuviera discreción al transportarla.
No obstante, si Ángela hubiera acudido al mercado Magdalena Mixhuca, ubicado al oriente de la ciudad, la dificultad no hubiera existido.
En este mercado, especializado en la venta de peces, otras especies acuáticas y accesorios para conservarlas, se encuentran a la vista del paseante, estanques llenos de pequeñas tortugas de orejas rojas cuyo precio va de 80 a 150 pesos según el local. Aquí los vendedores no se esconden para comercializar esta especie.
Totugas ninjas ¿Y asesinas?
Un aspecto poco documentado acerca de la tortuga japonesa es su carácter agresivo y violento hacia todas las especies que crucen en su camino, sí, eso incluye también al humano.
Al respecto Eduardo Rendón comenta que la japonesa se logra imponer en hábitats que no son los suyos debido a su agresividad.
“La tortuga de orejas rojas tiene un comportamiento agresivo que le favorece cuando compite con otras tortugas por alimento, por sitios de anidación y por sitios para asolearse. De hecho se ha visto que su presencia genera que las tortugas nativas disminuyan sus actividades y se desplacen hacia sitios no óptimos para anidar y asolearse, lo que repercute en su éxito reproductivo y en el desarrollo de enfermedades” explica.
Por su lado, Martha Harfush, relata que en el Centro Mexicano de la Tortuga se han recolectado testimonios acerca de su agresividad, ya sea en el ámbito natural o en el hogar.
“Son muy agresivas, inclusive ejemplares de tamaño pequeño pueden pelear con ejemplares grandes de otras especies y ganar porque sí son muy agresivas, por su mordida, siempre están tratando de morder, morder, morder eso hace que desistan otras especies, con las que compiten por territorio, por hembras, por alimento y es por eso que las pueden desplazar”.
Harfush dice que en la página de Facebook del Centro Mexicano de la Tortuga, un usuario les comentó que la japonesa que poseía se comió a su compañera de estanque, una tortuga mojina, cuyo tamaño era mayor.
Otra joven apasionada por esta clase de reptiles, Paula, indicó que ella tenía juntas una pequeña japonesa y otra tortuga, que sabía que era mexicana pero no cual era su especie, y que la de orejas rojas atacó a la otra hasta matarla.
Al regresar del trabajo Paula encontró la pecera donde ambas vivían teñida de sangre. Nunca ha vuelto a adquirir una japonesa después de que la protagonista de la sangrienta historia falleciera.
Además de su agresividad inminente Harfush y Rendón coinciden en que otra de las amenazas que la plaga de japonesas representan es el de la desaparición de las ocho especies originarias de México, debido a que las tortugas de orejas rojas tienen gran éxito apareándose con las locales y ello genera híbridos.
“Representa (la japonesa) un riesgo para la riqueza genética de las tortugas nativas debido al potencial que tiene de hibridizar con éstas. Por otra parte, como especie omnívora oportunista tiene un impacto importante en un amplio rango de presas, depredando desde huevos hasta organismos adultos y disminuyendo con ello a sus poblaciones, incluso en algunos casos hasta el borde de la extinción” explica Rendón.
“Si comienzan a reproducirse con las especies mexicanas, se pueden perder las especies endémicas de México por el apareamiento” indica Harfush.
La Traechemys scripta elegans es portadora del grupo de bacterias conocidas como Salmonella, causantes de la mayoría de enfermedades diarréicas y de la Fiebre Tifoidea, cuyo padecimiento puede agravarse hasta causar la muerte.
Además del riesgo inminente de contagio, las tortugas japonesas poseen una mordida muy fuerte que también usan en contra del humano.
“La tortuga de orejas rojas es un reservorio importante para Salmonella y por lo tanto una fuente para salmonelosis humana, sobre todo considerando que se adquiere como mascota para niños. Además, una vez que alcanza su tamaño adulto, puede infligir mordeduras dolorosas” detalla Rendón.
Harfush relata que en España y Europa dejó de importarse este reptil porque se registraron varios casos de salmonelosis, algunos de gravedad, debido a que los padres no tienen cuidado con la higiene de los niños después de estar jugando con la mascota.
Los especialistas recomiendan evitar comprar cualquier tipo de mascota, sea una tortuga japonesa u otro ser vivo que sea utilizado para este propósito, sin antes informarse acerca de sus requerimientos como especie, esto para evitar la liberación en la naturaleza cuando el propietario se ha ‘cansado’ de cuidar al animal.
También es importante no adquirir especies que puedan volverse una amenaza para nuestro ya frágil medio ambiente, así como tampoco se debe comprar especies en peligro de extinción.