Sobre el camino Benjamín Bojórquez Olea Es una necesaria precisión, tan valiosa como diferenciar al amigo de los conocidos, de los que acc...
Benjamín Bojórquez Olea
Es una necesaria precisión, tan valiosa como diferenciar al amigo de los conocidos, de los que accionan casualmente contigo. Son muy distintos. Está mal que un hombre no sepa hablar ni tenga hechos que lo avalen. Pero el que sabiendo hablar no tenga buenas obras a su favor. Los árboles que solo dan hojas que lleva el aire son menos apreciados que los que dan frutos. Unos sirven para el mayor provecho, que es el alimento, y otros para la momentánea sombra. Unos son palabra, otros hechos. Saber distinguir al “hombre probo” de palabras del hombre de hechos es casi tan difícil como llegar al fondo de los corazones a través de la niebla de las palabras. No obstante, el paso del tiempo va dejando a las cosas, y también a las personas, en su sitio, y los hombres y mujeres que construyen día a día realidades tangibles, que contribuyen, por ejemplo, a que un proyecto empresarial y político se haga realidad o a que una estrategia alcance el objetivo para el que fue concebida, aunque su labor sea callada, siempre terminarán encontrando el reconocimiento que no podrán alcanzar quienes basan su deriva en palabras huecas. El político, el hombre probo y su delicadeza al actuar no es sinónimo de lucha y justicia, sino todo lo contrario, pues, Juan S. Millán Lizárraga, ha impuesto dentro de su vida el quehacer de la política y la probidad de sus actos y de su propia madurez. Actualmente y con justicia plena encamina una lucha ante instancias judiciales, ya que presentó una demanda penal por falsificación de documentos oficiales, lo que ocasionó un detrimento económico muy importante a su patrimonio familiar. La flecha dirigida al cual fue denunciado es nada más y nada menos que el ex delegado de Profeco en Sinaloa, Juan Vega Gaxiola, hijo del Fiscalista y ex Auditor Superior del Estado, Antonio Vega Gaxiola, accionista del restaurant “Mar and Sea”. Amigos longevos, pero el destino a veces toma cursos impensables y pragmáticos. La justicia une y separa, es como en política. Simplemente reconocer la verdad ante instancias jurídicas es la razón y cumplimiento de la ley. Lejos de la amistad también está la realidad, pues sin empaño alguno, Don Juan Millán, decidió poner orden legal a su empresa restaurantera asociada con el Fiscalista, Toño Vega. Sin importar el juicio final por el desfalco millonario al cual se presentó dicha demanda, Don Juan Millán, siempre ha dejado en su lugar en todos los órdenes de la vida: en la memoria y en los proyectos vitales, políticos o empresariales que ha emprendido desde su juventud, en la familia y en los amigos, en los colaboradores y en los competidores; en todos ellos ha ido dejando recuerdos y, lo que es más importante, sus aportaciones, no simples palabras sino hechos que han contribuido a mejorar todo su entorno desde que Don Juan Millán dejara desde su juventud la ciudad de Mexicali, Baja California Norte, para emprender su viaje de regreso a su querido estado de Sinaloa. No por ello las palabras carecen de importancia, pero su validez estriba en su capacidad de convencer, motivar y generar el movimiento necesario que permita avanzar y consolidar el terreno ganado. George Steiner, en su libro de ensayos titulado Lenguaje y silencio (1976), al hablar de la vida del lenguaje y algunas de las complejas energías que la palabra suscita en nuestra sociedad, recuerda que la filosofía medieval y clásica estaban embebidas totalmente de la creencia de que las palabras, la gallardía, manejadas con la precisión y sutileza necesarias, podían matrimoniar intelecto y realidad. Platón, Aristóteles, Duns Escoto y Tomás de Aquino, recuerda el que fuera profesor del Churchill College de Cambridge, «son arquitectos de palabras que construían en torno de la realidad grandes edificios afirmativos, definidores y distintivos». En pocas palabras, Don Juan S. Millán Lizárraga no da paso sin guarache, defendiendo lo que considera suyo y justo.
GOTITAS DE AGUA:
Ante este escenario jurídico entre Toño Vega y Don Juan Millán también se desata una división de amistad y varios lustros, pues, por lo tanto, de la palabra y su resistencia a ir hacia delante, sino incluso su tendencia natural hacia la involución, la ignorancia y la pereza imaginativa. Ni tampoco nos olvidemos de las palabras como generadoras de sensibilidad de ambas partes o emociones frente a la banalidad del discurso vacío o hechos, del que busca atenazar el movimiento por miedo a arriesgar, a cambiar el “statu quo” en defensa de sus propios intereses y patrimonio familiar. Sería como intentar comparar al genio de Shakespeare con el de un parlanchín del Speakers Corner. Las obras del genial escritor inglés consisten en palabras escogidas y dispuestas para fines poéticos y dramáticos muy específicos, lo mismo que las de Cervantes generan reflexión y un filón inagotable de sabiduría y los versos de Quevedo, en muchas ocasiones, inquietud y reacción entre los gobernantes y amigos empresarios, a veces incluso contra el propio autor por miedo al filo de su palabra. Lo cierto es, que tras la demanda interpuesta ante las instancias legales de la Fiscalía Superior del Estado por conducto del ex gobernador sinaloense, Juan S. Millán Lizárraga, manda una señal muy clara y precisa, una cosa es la amistad y otra cosa muy distinta es la honestidad de la amistad. En fin, será la justicia quien dé el veredicto final. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos Mañana”…