Altoparlante Juan Manuel Partida Con evidentes violaciones a lo que se conoce como el debido proceso, el caso contra el testigo protegido Em...
Juan Manuel Partida
Con evidentes violaciones a lo que se conoce como el debido proceso, el caso contra el testigo protegido Emilio Lozoya Austin reafirma cada día las intencionalidades políticas y electorales.
Lo de perseguir justicia y castigar las presuntas corrupciones es más atole, y punto.
Las “filtraciones” y los nombres que oficialmente señala AMLO, refiriendo pública y repetidamente como corruptos y como culpables a los indiciados o señalados, implican un atropello muy claro contra la presunción de inocencia, y en cualquier estado de derecho real esto significa cancelar por adelantado el enjuiciamiento de los delincuentes, reales o presuntos.
Entendamos que pueden ser de verdad corruptos, pero por mandato legal no pueden ser señalados como culpables hasta que exista resolución judicial en ese sentido.
Así se señala en nuestras leyes, y así en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que México firmó y está obligado a cumplir, comenzando por el jefe de Estado.
No sirven la constitución moral del mesías, ni el pretendido juicio “popular”.
Ridículo monumental y cínica burla contra el sentido común por el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero: “Emilio Lozoya no tiene trato preferencial en el proceso penal que se le sigue por la trama de corrupción en el caso Odebrecht y el de Nitrogenados”.
Que no esté detenido, que el proceso sea en lo oscurito, que algunas de las presuntas raterías parezcan perdonadas porque involucran a cuates del presidente, que ni fianza se le haya fijado y que el debido proceso sea reiteradamente violentado… son cosas “normales”.
Quizás a sus casi ochenta y un años de edad el titular de la FGR esté ya chocheando gravemente, o lo único que le importa es cuidar la chuleta en su simulación como “independiente” y en su confirmación como lambiscón abyecto del patrón.
De risa loca, la maroma de que se tienen recibos firmados por prianistas, como “pruebas” de los cientos de millones de pesos desviados.
Como si los rateros de ese nivel anden dejando huellas tan estúpidas.
Para nadie es un secreto que se trata de un circo desesperado de la cuarta putrefacción.
El engañabobos Lopitos manipula nuestras instituciones para satisfacer sus ambiciones de poder, sus caprichos personales, venganzas y conveniencias.
Una perversidad que en el caso Lozoya es hasta ahora exitosa, porque mantiene la falsa esperanza de que se castigará a quienes nos robaron.
Un proceso penal con muchos capítulos que por supuesto durará los meses necesarios a fin de impactar lo más que se pueda en el proceso electoral del año entrante, con la complicidad evidente tanto de la fiscalía como del poder judicial supuestamente independientes.
No faltarán los ingenuos y los malintencionados que nos digan que todo esto es parte muy positiva del cambio que los mexicanos esperábamos ansiosamente.
Ternuritas.
¿Y LA VERGÜENZA, APÁ?
No supe si ponerme a reír o a llorar al enterarme que el presidente montó en cólera al informarse que algunas de las oficinas de la cuatroté no entendieron sus instrucciones de guardar cada mediodía un minuto de silencio en honor a las víctimas por la pandemia.
Cómo no encabronarse, si además de tener durante meses a nuestros hospitales sin medicamentos, sin tratamientos y sin equipos de protección, no se asume cuando menos la dignidad de simular por un minuto diario que son “diferentes” y que ellos sí se preocupan por matarnos.
Iba a decir que ya son casi cincuenta mil fallecidos, pero mejor no porque se enoja más don braguetas.
Lo que sí no puedo dejar de pedir es… ¿y qué tal si en lugar de un minuto de silencio nos dan un minuto de vergüenza?
Quizás les parezca mucho, pero tampoco hay que perder la esperanza.
NO NOS ABANDONEMOS
Con todo y la aparente primera vacuna contra el covid, por aquello de que se acusa se adelantó sin las certificaciones totales, es necesario cumplir con todas las medidas preventivas para evitar que nos contagiemos, por el bien personal y de nuestras familias.
Repitamos que la pandemia de ninguna manera está domada, y que la tragedia en buena parte persiste como consecuencia de la falta de responsabilidad y seriedad por parte del gobierno federal y de quien repetidamente nos dijo que no nos preocupáramos ni tantito.
Que no era un virus mortal, que podíamos salir a la calle y abrazarnos, aseguró Lopitos una y otra vez, por más que se pretenda eludir.
Todavía, en el escenario más catastrófico que ellos mismos configuraron, la presunción de que todo va de maravilla y que nuestro gobierno es ejemplo mundial.
Ignoremos mejor al presidente irresponsable y matón, y evitemos salir de nuestras casas salvo que resulta estrictamente necesario.
Con cubrebocas, guantes y gel, cuando menos, y el lavado continuo de manos.
Nos toca a nosotros, porque está sobradamente demostrado que al gobierno federal le vale que nos enfermemos y muramos.
Por esto último, debemos también trabajar para evitar que nos sigan gobernando esos asesinos de Lopitos y sus compinches.
Es nuestra responsabilidad y nuestra obligación