Puente Negro Guillermo Bañuelos Algo catastrófico ocurre a los 90, cuando llegan sin permiso la demencia senil, la arterioescler...
Puente Negro
Guillermo Bañuelos
Algo catastrófico ocurre a los 90, cuando llegan sin permiso la demencia senil, la arterioesclerosis, la artritis, el Alzheimer o el Parkinson, los mareos, la ceguera parcial y la osteoporosis. La vista se nubla y los órganos se atrofian. El término del ciclo de la vida se asoma. Es infalible.
Llegó la hora en que una caída simple puede resultar fatal.
En los partidos políticos sucede algo similar cuando la caída es libre y sin protección alguna.
A los 90 –y aun antes- uno consigue ponerse de pie con dificultad, mas no recordar para qué, aunque hay casos de nonagenarios privilegiados, de mente clara, pasos firmes y alegría.
No representa el caso anterior, pero alguien muy conocido cumplió 90 ayer 4 de marzo, por cierto.
Se trata de quien logró trascender siete décadas sin perder fuerza para repetir una y otra vez la hazaña de imponer su dominio para gobernar durante un tiempo que parecía infinito.
En julio del 2018, después de dos heridas de muerte recibidas en los años 2000 y 2006, el PRI recibió un golpe mortal al caer hasta el tercer sitio de los resultados electorales con el 16% de la votación general, aplastado por más de 30 millones de votos obtenidos por Andrés Manuel López Obrador, su enemigo favorito desde hacía por lo menos tres sexenios, a quien el priismo erigió (a fuerza de mantener una campaña de denostación en su contra, sin tregua), paradójicamente, en un candidato venerado por una masa de mexicanos hartos del régimen corrupto.
Pues bien. El PRI festejó ayer su 90 aniversario con la presencia de algunos, no todos los que debían estar. Claudia Ruiz Massieu, sobrina del poderoso y truculento ex presidente Carlos Salinas de Gortari, fue oradora única.
A 119 años de aquella gesta, pidió a los militantes asumir “la Revolución” y defender las instituciones nacionales de aquellos que las quieren “desmantelar”, sin mencionar el desmantelamiento reciente del Estado a través de reformas estructurales engañosas, pues “la Revolución es un proceso de transformación siempre inacabado”
A sus 90, avaló, el PRI tiene la convicción de que “se puede hacer justicia social sin coartar el libre mercado, ni esperar que éste resuelva las desigualdades”.
Con añoranza, dijo que los gobiernos emanados del PRI representan certeza, eficiencia, construcción de acuerdos políticos y –maromeó- “no un avasalle desde la fuerza de los números”. A 26 años de la muerte de Mario Moreno, Cantinflas cobró vida en el discurso de la lideresa.
“El PRI representa la política que concilia la capacidad técnica con la sensibilidad social que reivindica, no descalifica, el trabajo de los servidores públicos”.
La oradora pidió además a sus militantes “articular la definición ideológica que los aglutine en este momento complejo del siglo 21 y reformular nuestra oferta programática para plantear la alternativa de desarrollo e inclusión, de democracia y justicia social que exige del partido histórico de la Revolución Mexicana”.
Entre estos malabares, Claudia Ruiz se dirigió a los priistas que han levantado el dedo para apuntarse para competir en el proceso para elegir a quien la sustituirá en la presidencia del CEN: Ivonne Ortega, José Narro Robles y Ulises Ruiz, los tres, por cierto, sobradamente más maliciosos y preparados que ella misma. En concreto, los conminó a mostrar “madurez política” y a trabajar “en propuestas y no en descalificaciones”.
Ruiz Massieu reconoció que uno de los factores de la crisis que enfrenta el partido fue “impulsar la democracia hacia afuera”, y olvidó hacerlo al interior del partido (¡te lo dije!, gritarán las bases).
Una semana después de reemplazar a René Juárez Cisneros, Claudia Ruiz definía que el PRI está obligado a reflexionar sobre las causas que influyeron para que obtuviera el peor resultado de su historia, y aseguró que ‘todo’, hasta el nombre del instituto, podría cambiar. El PRI, en tanto, conserva ‘todo’, y sigue siendo el PRI. A dos semanas de cumplir los 90, el más longevo de los partidos mexicanos no ha aprendido la lección, ni a ser oposición.
Alejados de sus bases, los hombres y mujeres que lo comandan están más enfrascados en ver quién será su próximo dirigente y no definen el modelo de partido que requieren para recuperar espacios perdidos o responder a la agenda política del momento. Para propios y extraños, el PRI juega un papel penoso frente al gobierno federal.
‘Sin descalificar, con propuestas’, en tanto, los aspirantes a suceder a Ruiz Massieu inician lo que podría convertirse en una guerra intestina de dimensiones impensables.
Ivonne acusa a Peña Nieto de traición al partido y Ulises Ruiz pide que el PRI expulse de sus filas al ex presidente de la República.
A diferencia de ellos, Narro guarda sus modos y no lastima el recuerdo de quien fue su jefe. Así, podemos pensar que Narro se convierte en puntero.
¡De Tin Marín, de Do Pingüé…!
(EPN, por cierto, no celebró)