Manuel Cárdenas Fonseca Cada año que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presenta el llamado paquete económico, parece que lo...
Manuel Cárdenas Fonseca
Cada año que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presenta el llamado paquete económico, parece que lo que más nos preocupa a los mexicanos es cómo, en qué y cuánto vamos a gastar, más que saber de dónde va a salir el dinero que necesitaremos para cubrir nuestras necesidades. La parte de los ingresos (impuestos, derechos y aprovisionamientos) parece ser más un tema de expertos crear “bolsas discrecionales” y “hoyos negros” para el gasto, mientras que el Presupuesto de Egresos concentra las esperanzas de la sociedad de que sus demandas más importantes sean atendidas y de que las promesas de gobierno sean finalmente cumplidas en el gasto público, lo cual no sucede.
Lo cierto es que la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos son las dos caras de la misma moneda y no se debe abusar con la esperanza del jodido y tampoco gastar y endeudar poniendo en riesgo el desarrollo del país, con una muy oscura e impenetrable riqueza que no se reporta de las empresas mexicanas establecidas en el extranjero y utilizadas para esconder ingresos, pagar millonadas y que se saque la vuelta a la ley de adquisiciones.
El gasto público requiere de disciplina y de establecer claramente prioridades y de evitar destinar los recursos a áreas que no tengan impacto en el bienestar social o en el crecimiento económico del país. Desafortunadamente esto no ha sido así en México e históricamente se han asignado una gran cantidad de recursos a la promoción de los gobiernos (personas) y a programas sin ningún interés o sentido.
Un tema que llama la atención es el monto de los gastos de comunicación social del gobierno federal, que cada año crece y representa una importante cantidad de dinero en el Presupuesto de Egresos. Pero lo más preocupante es que siempre tienen ampliaciones y al final del ejercicio fiscal el gasto ejercido en este rubro representa más del doble de lo que fue aprobado por la Cámara de Diputados, al margen y sin considerar los llamados “tiempos oficiales” que representan otras decenas de miles de millones de pesos.
Debo señalar que esto no sólo está sucediendo en la presente administración, sino también ha sido una práctica común de gobiernos federales anteriores y qué decir de los gobiernos locales. Lo increíble es que nadie ponga un alto a este derroche de recursos que tiene como único propósito promover a personas y esconder los fracasos de cualquier tipo de gobiernos, estableciendo complicidades y relaciones poco transparentes y claras con los medios de comunicación, que sólo generan sospechas de posibles conductas de corrupción.
Lo irónico del asunto es que los gobiernos hoy parecen pagar para que les peguen y no para que los aplaudan. Ya nadie se compra el cuento de los gobiernos perfectos y de comunicadores impolutos, que reconocen todo y no cuestionan nada.
De acuerdo a los datos del Sistema de Comunicación Social de la Secretaría de la Función Pública (COMSOC) de 2013 a 2016 el gobierno federal gastó más de 36 mil millones de pesos, cuando que lo aprobado fue alrededor de 21000 millones de pesos, es decir, se brincó lo aprobado en alrededor de 15000 millones de pesos.
Y esos 15000 millones de pesos adicionales al absurdo de lo aprobado sólo sirvieron para enriquecer a socios de algunos políticos en las empresas de medios de comunicación porque la imagen “presidencial” fue del nabo.
Para el año 2017 se aprobaron alrededor de 3 mil setecientos millones de pesos pero también se aprobó un ampliación por una cantidad similar por lo que ejercido en este año podría superar los 7 mil millones de pesos. Y no les da vergüenza y aparte son adicionales a los “tiempos oficiales”. Vaya pingüe negociazo.
Año con año lo ejercido ha superado a lo presupuestado, en 2013 fue superior en casi 50 por ciento, en 2014 en 35 por ciento, en 2015 en 80 por ciento y en 2016 (en donde se gastaron casi 10 mil 700 millones de pesos) fue superior al 133 por ciento. Vaya con este circo de vanidades y de negocios relacionados (de personas).
Esto nos habla de la magnitud y la gravedad de estos hechos, que requieren tomar acciones, para poner un freno definitivo a estos gastos excesivos, de los que se benefician principalmente las televisoras a donde se destinan casi el 50 por ciento de los recursos. Se requiere de controles que disminuyan la publicidad oficial, que eviten la manipulación social a través de los medios y que establezcan medidas de transparencia y de rendición de cuentas.
Estos recursos debieran mejor destinarse a la educación, a la salud, al desarrollo social y no a la promoción personal de políticos y gobiernos, con información que ya nadie cree y a pocos importa.
Para el año 2018, el proyecto de Presupuesto de Egresos para 2018 propone un gasto neto de más de 5 billones 236 mil millones de pesos, 2.2% más que el presupuesto aprobado para este año. El presupuesto para comunicación social del gobierno federal se contempla en poco más de 3 mil millones de pesos, pero de acuerdo a lo que nos muestran los hechos, es muy factible que el próximo año este gasto supere de nuevo los 10 mil millones de pesos, con cargo a la sociedad.
Otro tema del presupuesto de egresos que me preocupa es el relativo a los recursos destinados a las fuerzas armadas que para el año próximo se propone crezcan en más de 8 por cierto para la Defensa Nacional y en 3.7 por ciento para la Marina Nacional.
No es que no crea que nuestras fuerzas armadas merezcan recibir más dinero para el desarrollo de sus actividades, lo que me preocupa es que estos recursos perpetúen su presencia en tareas de seguridad pública, en su descarada incompetencia en la materia con la complacencia de los gobiernos locales que eluden su responsabilidad con sus sociedades y se desentienden de los problemas de violencia y delincuencia en las calles de sus ciudades. Lo que me preocupa es que la violencia y el número de muertes se incremente, como ha sucedido, de igual suerte, con el presupuesto del año anterior y del presente 2017.
Resulta contradictorio que los estados reciban ampliaciones presupuestales y se haga gasto a favor de fuerzas militares, como ha sucedido en Sinaloa, con atroces resultados de “generalitos” hasta en las sindicaturas que más bien parecen estar en la cadena de valor de la delincuencia amiga y en combate de sus competidores, mientras los integrantes de la “pandilla” CONAGO siguen celebrando su falta de responsabilidad, crece la delincuencia, se amplía la impunidad y siguen violando en la frivolidad y el descaro el texto constitucional sin tener quien los pare: ¿Verdad ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿O no es cierto señor Titular del Poder Ejecutivo Federal?
Pero ahí están promoviendo su fuerza CONAGO, presentando resultados para las páginas de sociales, cuando la realidad de las entidades que gobiernan nos muestran la dura cara del delito y del miedo social, con cuerpos policiacos desmantelados, insuficientes, deficientes y metidos en el negocio.
Reitero que es momento de centrar los recursos que generemos en las verdaderas necesidades del país, dejemos atrás los gastos superfluos, dejemos de simular con presupuestos que luego son ampliados a su máxima potencia, y dejemos de promover mediante el gasto la irresponsabilidad de los gobiernos locales.
¡Muchas gracias y sean felices!
@m_cardenasf