Sin quitarle ni ponerle Oswaldo Villaseñor Durante el sexenio hubo dos fenómenos que fueron temas tabús para el gobierno en turno. Uno de el...
Sin quitarle ni ponerle
Oswaldo Villaseñor
Durante el sexenio hubo dos fenómenos que fueron temas tabús para el gobierno en turno. Uno de ellos fue el de las desapariciones forzadas y el otro el de los desplazados de la sierra.
En el primero, en más de una ocasión, escribimos que al término del sexenio Malovista, en Sinaloa, tierra pródiga para la agricultura, iban a brotar de sus tierras, muertos por doquier.
Fueron miles y miles según se dice, el número de gentes desaparecidas y que se presume fueron enterradas de manera clandestina.
Hoy podríamos decir que no nos equivocamos en nuestro pronóstico. De la pródiga tierra sinaloense, siguen y siguen brotando muertos.
Pero en el otro tema, el de los desplazados, bien vale la pena comentar la gran diferencia en el tratamiento del mismo y la atención que se le da a las víctimas de este fenómeno.
Durante el sexenio pasado, cientos o miles de gentes fueron obligados a salir de sus comunidades de origen, producto de la violencia que se apoderó de dichas regiones.
Lo menos que se decía, era que sierra había sido concesionada como zona de reserva para que los carteles de la droga pudieran realizar sus actividades sin problema alguno.
Leyendas urbanas al fin, sin elementos de comprobación, pero que circulaban al ver la opacidad de las autoridades.
Eso sí, para las familias víctimas de estos hechos, no hubo respuesta oficial y muchos ya nunca pudieron regresar a sus lugares de origen.
Hoy en el actual gobierno también se da un caso de desplazamiento de familias, ahora provenientes de la zona de la sierra de Concordia, también, presumiblemente huyendo de la violencia.
La diferencia en esta ocasión, es que pareciera que ahora sí, las autoridades están del lado de las familias víctimas y no del lado de la delincuencia.
Ver los videos y fotografías del regreso a casa de esas familias, protegidas por convoys del Ejército, la policía militar y las policías estatales, de verdad que resulta asombroso y permite recuperar un poco de la confianza perdida en las autoridades.
Los desplazados, ahora son atendidos y el Ejército y las autoridades estatales, le garantizan la seguridad de regresar a casa. Esa es la gran diferencia.
Las cosas buenas, desde luego, valen la pena aún mucho más contarlas.
Así sin quitarle ni ponerle
Habrá que estar pendientes.